lunes, 17 de agosto de 2009

La Feria de Málaga: una ciudad, dos mitades


Se me ocurre otra reflexión bastante dura en relación con la Feria de Málaga. Pero para ello tenemos que hacer un pequeño ejercicio de abstracción.

Imaginemos una ciudad que tuviera dos mitades, una sobre la tierra y otra bajo esta. Como en la película alemana de los años veinte Metrópolis, en la fracción de arriba viviríamos los privilegiados, los que hemos podido ir o no a colegios de pago, sortear de vez en cuando las colas de la Seguridad Social y permitirnos vacaciones que nos ofrecían algo más que una sudorosa playa llena de tierra artificial.

Con estas condiciones, nuestra realidad sería relativa e ingenuamente feliz, con las cosas de todos los días. Todos tendríamos problemas laborales, psicológicos, sentimentales... Pero comprendidos y circunscritos al ámbito de esta primera mitad urbana.

En la parte subterránea vivirían los otros. Aquellos que poseen menos renta, no tienen un trabajo normal o bien han encontrado formas alternativas de obtener el sustento o el lujo. Sin acceso ni voz propia en los medios de comunicación, sus problemas serían bien distintos a los de sus vecinos: la supervivencia en una especie de selva, la amenaza del prójimo, el desconocimiento, el miedo, la desesperanza ante una realidad que se presenta siempre hostil... Su odio a los ciudadanos de arriba sería visceral en muchas ocasiones, y, además, estaría, en cierto modo, justificado. En otros casos, se produciría cierta tolerancia e incluso pasotismo en relación con los vecinos privilegiados.

Ambas ciudades constituirían dos mundos independientes solo en contacto a través de la ficción -medios de comunicación, chistes, recuerdos deformados- y gracias a determinadas citas asociadas al calendario anual: el verano, la calor y la playa, encuentros en determinados parajes naturales un domingo, Ferias y determinados conciertos musicales de alcance masivo, etc.

Llegados a estos puntos en los que se establecería el contacto entre las dos mitades, ¿cuál creemos que sería el comportamiento de la primera, la más privilegiada? La respuesta más previsible sería un rechazo a la segunda ciudad que, de repente, se habría hecho inevitable, imposible de ignorar, sonora, ruidosa y, no nos engañemos, casi animal.

Ante el comportamiento más espontáneo y agresivo de la segunda mitad, la primera huiría con una actitud de negación: "esta no es mi ciudad, vamos a esperar que pasen estas fechas o a ir a otros lugares para dejar de ver esto".

Resultaría fácil vivir en la ciudad superior y caer en esta hipocresía. Un acontecimiento estacional habría democratizado temporalmente el espacio, pero habría provocado una irreconciliable tensión: los ciudadanos mejor dotados no reconocen a sus hermanos como propios, les niegan el espacio que a todos pertenece, pero que se ha negado siempre a estos últimos como señal de desprecio al ciudadano que, sin embargo, no constituye una digna unidad de consumo.

Los situacionistas -una peligrosísima tendencia postMarxista que encajó perfectamente en el "Mayo del 68"- afirmarían que el espectáculo de la Feria malagueña (pues no hablamos de otra cosa), artificial y comercial, supondría una aproximación a la realidad mucho mejor que la que realizamos cotidianamente en nuestra vida diaria. Por tanto, la detestada orgía de escupitajos y malas palabras reprsentaría la mejor descripción de una Málaga que querríamos ver siempre solo parcialmente. Un ensordecedor ruido que no sería sino el mejor retrato de la dualidad que se produce en las ciudades que se hacen grandes y de que lo que llamamos el Tercer Mundo está más cerca de lo que creemos.

La Feria es algo más que un momento para disfrutar y despreciar, para beber y para ser escupido. Es una oportunidad idónea para observar la realidad que nos rodea y de la que también somos responsables. La verdad de una ciudad que se hace visible solo cuando sus dos mitades se unen y funden en un espectáculo sangriento y doloroso pero también sincero y descarnado.

Ya quedan menos días, y lo veremos todo limpio, no hay que preocuparse. Vayamos por la sombra y con buena gente.

4 comentarios:

migar dijo...

Me ha gustado mucho tu artículo Andrés Villena. La metáfora de la ciudad dividida en dos mitades, en superficie una (donde, con toda seguridad vives tú y posiblemente yo, aunque no fui a una escuela privada) subterránea la otra (la de los desheredados) es muy sugerente. No tengo muy claro, sin embargo, si en los ‘frentes de guerra’ en los que acampamos las dos mitades de vez en cuando (por ejemplo durante la feria) los de abajo son más activos o los de arriba o a partes iguales. Me permito expresar otra duda al considerar el planteamiento de tu sugerente metáfora de medias ciudades: ¿hemos de asumir a perpetuidad que la feria, con sus peculiaridades (muchas de las cuales, admito, son insoportables para mí) no cambiará mientras exista la mitad subterránea de la ciudad, o la otra?
Realmente tu artículo es una fuente de inspiración.!Enhorabuena¡

Un saludo afectuoso

Migar

Edelmino Pagüero dijo...

Gracias, Migar.

La metáfora la utilizó Fritz Lang para Metrópolis y viene, supongo, de "La máquina del tiempo" y sus morlocks, que luego tomaban la ciudad por la noche.

Nuestros morlocks serían los canis.

La Feria no es Feria sino que la Feria es la ciudad, en un momento en que la foto muestra la escena completa. Cambiará la Feria, que es una fiesta de la ciudad, cuando la ciudad cambie por dentro: igualdad de oportunidades, activismo en los barrios, más formación, más empleo, mejores infraestructuras, políticos dignos...

Un saludo y muchas gracias.

migar dijo...

Gracias por los matices, Andrés Villena. Creo que la feria de Málaga, en su formato actual, es un canal de expresión que facilita enormemente, aún más, fomenta las actitudes, las acciones ,.. las consecuencias que todos conocemos. Tengo la impresión de que tu ves la feria como un síntoma de todo lo que no funciona bien en la ciudad, colectivamente, sobre todo. A mi se me ocurre que si la feria no va a cambiar mientras no tengamos una ciudad ‘angelical’, entonces, como dijo alguien: ´largo me lo fiais, amigo Andrés’. ¿Y si fuéramos un poco menos ambiciosos y modificáramos el formato, pensáramos cómo organizar este evento multitudinario intentando anticipar las posibles consecuencias de unas cosas y otras, con objetivos claros que no fueran exclusivamente la desmesura, con sentido cívico y, como dices tú, nos pusiéramos a trabajar todos? ¿qué pasaría?
Te reitero mi agradecimiento por tus impresiones.

Migar

Basilio Pozo-Durán dijo...

es una orgía capitalista como muchas otras ocultada bajo el disfraz de la tradición, el folclore, la alegría, la "hospitalidad", etc.

lo grave es que de esta orgía capitalista participan y se benefician partidos que se dicen de izquierda, tanto PSOE como IU, y sus organizaciones y asociaciones afines

suerte que queda dignidad y principios, y al menos unos 800 jornaleros andaluces se fueron a luchar por sus derechos mientras otros compraban o vendían mojitos

vídeo de la movilización de los jornaleros andaluces:

http://www.youtube.com/watch?v=78LLMkuOdp4