martes, 18 de agosto de 2009

Otro niño en la piscina

Me encuentro hoy con otro niño en la piscina que visito para pasar los minutos que preceden a la hora de comer.

Pero este niño no es como el otro cabezón a quien se la tengo jurada. Este niño es simpático y gracioso. Es americano.

Quizá lo que me llama más la atención de él es que hable el americano con tanta facilidad. Y ahí estoy yo, que me he tirado toda la vida intentando hablar bien en americano y llega este niño prodigio de cuatro años y lo habla sin que yo sea capaz de entenderlo.

Sin pararse a pensar en su grandeza, el niño prefiere chapotear en el agua, menuda tontería. Ni siquiera su madre se da cuenta del enorme potencial y prefiere celebrar que esta larva haya aprendido a nadar ¡con manguitos!

No hay nada mejor que hacer en la piscina y me deleito mirando cómo el niño se lo pasa bomba el solo. Sale del agua e intenta subir a un árbol al que aún no he conseguido subirme yo.

Pero llega un momento en que pienso que igual me estoy fijando demasiado en el ex bebé y que sus padres empiezan a sospecharse algo malo. ¿Me tomarán por un pederasta? ¿No lo bajarán más a la piscina? ¿Hasta qué punto puedo mirarlo para no ser un degenerado? ¿Debería ponerme a leer el periódico a partir de ya?

Lo pienso y no me importa plasmarlo por escrito. Es más que probable que ni el padre ni la madre hayan reparado en mi atención y, por tanto, mucho menos, que ni siquiera hayan pensado en lo mismo que yo. ¿Estoy más cerca de ser un pederasta por tener todos estos pensamientos?

Pero no es un pensamiento mágico ni una imaginación macabra. No estoy loco, al menos no por esto. Los medios de comunicación, perfectos catalizadores de la sociedad del miedo que vivimos, han terminado por deformar la realidad y coparlo todo de peligros potenciales: la misma piscina es un lugar en el que romperse la cabeza, ahogarse o, lo último, ser observado en plácido secreto por un joven promesa de la pedofilia.

Igual es solo cosa mía y la neura va únicamente conmigo, pero no pienso acercarme a ese maldito hijo de Satanás ni en pintura. Por muy bien que diga “Hello”.

* El tema de la pederastia es sangrante, pero más lo es que el 90% de los abusos a los niños venga de familiares y conocidos y este dato no se mencione en los diarios gratuitos, en Antena 3 o en Informe Semanal. A seguir tragando.

5 comentarios:

Fet dijo...

No son indicios de pederastia, Maese Villena. Lo son de paranoia.

Fauno dijo...

Yo tuve una novia que deformaba la realidad de tal forma, que tuve que mandarle mi renuncia a la relacion por escrito y en PDF para que no pudiese manipularla.

Por cierto, espero que ese de la foto no sea el niño, más que nada por motivos de seguiridad.

Anónimo dijo...

Que idioma es el americano?

Edelmino Pagüero dijo...

El americano es el inglés de los americanos. Es como el inglés de verdad pero mejor, porque redondean más las palabras o las letras o yo qué sé y las vocales son más amables.

Es más divertido el inglés de Houston que el de Plymouth.

Eso es el americano.

Seguro que ese niño triunfa en la vida. Aunque ha de saber que no siempre será un niño.

Jesús dijo...

Admirose un portugués, de ver que en su tierna infancia, todos los niños en Francia supieran hablar francés. Arte diabólico es, dijo torciendo el mostacho, que para hablar el gabacho en Portugal llga a viejo y lo habla mal, y aquí lo parla un muchacho...