jueves, 20 de agosto de 2009

El ocaso del verano

Pasada la mitad del mes de agosto, aunque la temperatura resiste al alza, muchos dan por terminado el verano. Acaban las vacaciones y la luz cada vez nos abandona antes. Concluye un ciclo pero no una estación.

Muchos queremos olvidar el estío antes de que este termine realmente, el 21 de septiembre. ¿Cómo es eso posible? ¿No cometemos acaso un error al finiquitar una estación con un mes de adelanto? ¿A qué se debe esta actitud?


La principal razón es que nuestra realidad se va a ir poblando de pequeñas señales, de gestos y de detalles que nos van a obligar a cambiar nuestra percepción de las cosas. Uno baja un día a la piscina, que antes estaba llena de niños, y se encuentra solo, ante un agua en la que comienzan a reflejarse ya hojas que amarillean. La playa está casi vacía y no te apetece pisarla. El Corte Inglés ya no vende bermudas sino chaquetones, y las mangas largas se pasean por la calle aunque la temperatura sea la de mitad de junio. Estamos obligados a claudicar y casi sentimos frío al despertarnos destapados.

A veces no sabemos si es el ritmo de la moda, una prenda nueva que estrenar, o simplemente es que queremos pasar página. Y es que septiembre a veces apetece, pues parece ser la oportunidad de comenzar de cero otra vez. Este curso va a ser diferente, este año me las voy a ligar a todas, esta nueva etapa va a ser la de mi explosión como profesional... Aunque siempre acaba siendo casi lo mismo. Tendremos otra oportunidad con el comienzo del año, que se truncará, aproximadamente, hacia el dos de enero.

El caso es que el verano nos va a abandonar dejándonos su calor durante un mes y medio o más. Y nosotros no vamos a querer darnos cuenta.

¿Y quién quiere bañarse en la playa terminado el amor de verano, regresada la pandilla a Madrid o con la temible reválida de septiembre acechando? ¿Quién pretende usar esas chanclas que nos pusimos hacia abril, cuando tenemos que matricularnos en asignaturas, renovar el paro o buscar piso; plantar cara, en definitiva, a las cosas que nos habían pasado pero que habíamos querido olvidar durante unos días o semanas de caluroso paréntesis?

En breve volvemos a la realidad, pero no olvidemos que la realidad nunca para, ni cuando desvariamos. Pasamos por el verano como una etapa de ocio, pero muchos estamos condenados a un ocio permanente o al menos duradero; el verano es un negocio y también un buen momento para maquillar las cifras de un desempleo que quiere dispararse de nuevo este otoño. Una realidad asequible para los privilegiados, pero que, como todas las demás, espera hasta el final y no perdona. Nuestro ritmo de vida es alto y nuestra capacidad de recuerdo, reducida.
No olvidéis este verano. No tendremos otro igual.


1 comentario:

Macu dijo...

Esos dos octosílabos trocaicos de cierre me han gustado.
Algo menos la publicidad gratuita... aunque "no os lea ni Dios...".
Yo también espero el final del verano, deseo -como cada año-, aunque no esté matriculada en nada, ese septiembre de "nuevas bibliografías". Debe de ser patológico...
Abrazos!