martes, 5 de septiembre de 2023

Posible regreso en pocos días...

En estos momentos, nos estamos planteando volver a escribir en este blog, 'Molestar es lo que cuenta', un espacio abandonado en 2015 por razones de trabajo, pobreza, precariedad emocional y otras lacras propias del sentido de la vida. 

Lejos de haberlas abandonado -muy lejos-, la posibilidad de escribir ha vuelto a ser real. 

Es posible que los blogs sean el pasado; precisamente por ello, y por la privacidad que escribir para tan poca gente implica, este blog podría cumplir algo parecido al imperativo de la libertad de expresión, meramente nominal en nuestra sociedad. 

No vamos a pediros dinero. No lo queremos. No queremos dinero. Queremos, solamente, la verdad. En pocos días hablamos. 

martes, 21 de julio de 2015

Y lo peor es que no es el mundo al revés...

Si Alexis Tsipras hubiese sabido cuando ganó las elecciones que iba a acabar "consiguiendo" un acuerdo para Grecia como el que "logró" hace un par de semanas, probablemente se hubiera pellizcado con fuerza, deseando estar en una pesadilla.

Ahora que el impacto de la noticia ha decrecido, conviene reflexionar sobre lo que esto quiere decir, de manera independiente a las reflexiones partidistas e ideologizadas de los distintos bandos y tribus urbanas existentes.

Tendría razón, en cierto modo, el partido Syriza, si argumentara que no ganó las elecciones para luchar contra el mundo entero. Pero lo cierto es que, por la fuerza de los hechos debe deducirse que no la tiene. El sistema capitalista globalizado debe entenderse como una red de relaciones entre distintas entidades y actores. Y Grecia, el Estado griego, es solo uno de ellos. Por lo tanto, para "gobernar" hoy día, hay que tener en cuenta que un Estado democrático es legítimo y puede ser un ejemplo para el mundo, pero no debe olvidar que constituye solamente un nodo de una red mundial de intereses, de entidades y de países profundamente interrelacionados. 

Por esta razón, al "Estado canalla" griego se le cortó la financiación. Los planes de rescate, que a buen seguro han servido para europeizar buena parte de la deuda privada y ganar tiempo, han aislado y debilitado aún más a Grecia. Partiendo de este punto y con la nula credibilidad de dicho Estado, Tsipras solo podía ponerse de rodillas a suplicar un trato deferente. Como hizo todo lo contrario, la sanción ha sido aún más penosa.

Al final, tenemos una lección dudosamente democrática: en un proceso transparente, un gobierno con las mejores intenciones obtiene un bloqueo financiero y, posteriormente, un acuerdo lesivo para su población. Probablemente se recuerde al de Syriza como el gobierno más perjudicial de la historia de Grecia. Parece el mundo al revés, pero no: es lo que ocurre si decides nadar en dirección contraria al oleaje.

Lecciones para no dormir y para no disentir: se nos crea una lógica, casi con un soporte matemático, que nos "enseña" lo que es correcto y lo que no. Poco importa a estas alturas que Mario Draggi, presidente del BCE, trabajara para Goldman Sachs, que maquilló las cuentas griegas para desdramatizar su déficit público; que el ex presidente del banco central griego y ex primer ministro impuesto por la fuerza, Lukas Papademos, trabajara también para Goldman (y el presidente del Banco Mundial, si no tenemos en cuenta a los que vienen de Lehman Brothers, de Barclays, de Nomura...); que las finanzas públicas se hagan ahora cargo, vía deuda soberana, de los créditos basura que los Lehman, los Goldman, los Deutsche Bank y los BBVA quemaron al principio de la crisis. Y todo para que nos den lecciones calvinistas sobre malditas hormigas que ahorran mientras las cigarras se lo gastan todo. No es la economía, sino el poder, lo que determina buena parte del resultado final. Hasta que no seamos capaces de ver esto, seguiremos en el pensamiento mágico, cosa de hace ya muchos siglos.

sábado, 6 de junio de 2015

Parado, y ¡en plena recuperación! (I)

El PIB crece. El empleo crece. Las exportaciones crecen. Los créditos crecen.

Hasta el pelo crece cuando se tiene un poco de paciencia.

En medio de esta imparable recuperación económica me he quedado en paro. Siempre me ha gustado llevar la contraria. Por eso, mientras la calle está llena de dinero esperando ser ganado por los ciudadanos, yo me dirijo al antiguo INEM, a por el subsidio para vagos. Porque eso es lo que soy, un vago. Un mal español que no ha montado una empresa o que no ha trabajado lo suficiente para conservar el sustento. De ahora en adelante me toca chupar del bote.

Por estas razones he considerado conveniente escribir algunas entradas de blog al respecto. Pero no os hagáis ilusiones: mi condición de vago me hará recaer en la pereza; podría hacer cualquier cosa mala como levantarme tarde, dudar o incluso tocarme compulsivamente. Como un mono. Porque eso es lo que hacemos los vagos.

De ahí que proponga que eliminen los subsidios, para que, oh vagos del mundo, nos pongamos a buscar trabajo de verdad y en caso de no encontrarlo, a trabajar como deber a la patria o al capital privado o público que en algún momento del pasado nos contrató. Como veis, promuevo una revolución y un programa bastante más a la derecha que el de los partidos de centro.

Es una oportunidad. Para hacernos mejores. La pobreza embellece, hombre. Y la falta de horizontes, y de oportunidades: ¿qué mejor que eso para el cutis? De cada crisis salimos reforzados. Yo ya estoy preparando la buena época que me espera. Vamos a ser imparables. ¿Para qué queremos subsidios? Creo que hasta lo voy a rechazar mañana cuando, rodeado de vagos, ponga cara de cordero degollado para recibir la sopa boba. 

miércoles, 29 de abril de 2015

Sobre lo urgente y lo importante


Creo que es bueno, de vez en cuando, apagar ese motor mental que tenemos, tan necesario como antipático. Detenernos y abandonar el pensamiento de la urgencia: ciertas pasiones, objetivos, frustraciones. No es descabellado afirmar que el pensamiento que responde a la prontitud, a la perentoriedad de una respuesta que necesitamos no es pensamiento: es solo ponerle palabras mentales al temor, a la angustia o, a veces, incluso a la alegría. Sentir con la cabeza, síntoma de animal racional.

Por eso, pensar, cuando no se trata de algo urgente, debería ser el auténtico pensar.


Escribo estas líneas después de leer la entrevista que El País hizo al escritor fallecido Günter Grass el pasado mes de marzo. En dicha entrevista el autor habla de muchas cosas, pero llama la atención la insistencia del intelectual casi nonagenario en la repetición constante de un drama: la Humanidad reproduce el “Mito de Sísifo”: subimos incansablemente una pendiente empinada sabiendo que la roca que empujamos caerá una vez que dejemos de aplicarle nuestra fuerza. Aun así, no podemos dejar de hacerlo. Es la historia del Siglo XX y parece que también la del XXI.


Este es nuestro drama y, quizá, en estos momentos, la base de nuestra humanidad. La pendiente es el sistema capitalista que, más que un régimen productivo, político y cultural, es ya nuestra civilización. Los jóvenes, los no tan jóvenes, y los demás vivimos y vemos llegar momentos difíciles a los que nos sobrepondremos, a los que aplicaremos nuestra creatividad, nuestra fuerza… Nuestra humanidad, en definitiva. Por eso es un drama y por eso es humano: sabemos que habrá otro despertar, otras ilusiones, otras esperanzas y mejores épocas, y que estas también se tornarán oscuras en algún momento. También el amor nos lleva a muchos a aguantar la pesada roca sabiendo que cuando nos demos la vuelta ya no seguirá en la misma posición. Pero nos gusta la maldita roca, qué le vamos a hacer...

La Humanidad es un cuento previsible en el que nadie puede intervenir sino para ser un mero figurante, un despistado o un títere. Pero supongo que es parte de ese guión que continuamente reproducimos.


Pensaba también que, como dice Grass, nos estamos autodestruyendo: las bombas atómicas, las amenazas, el calentamiento global, las finanzas y el descomunal aumento de la población destruirán el planeta. ¿Y si esto ha pasado ya anteriormente? ¿Y si somos una mera urbanización planetaria dentro de un Universo que repite la misma historia continuamente? ¿Acaso se le supone una racionalidad exterior a toda esta película? ¿Y qué sería entonces lo que escribo? ¿A dónde llegará? ¿Qué sentido tiene?  


Igual es mejor volver a los pensamientos puntuales y urgentes. Me voy a comprar pan.


martes, 3 de febrero de 2015

Jugando con reglas inventadas por los mayores...

Tengo unos amigos, que son hermanos y que, de pequeños, se señalaban con el mando a distancia gritándose, ansiosos: "¡¡Toma cáncer, toma cáncer!!" Pensaban que el mando daba cáncer y se dirigían el uno al otro el arma mortal. Siempre ganaba el mismo, el más grande. La fuerza le daba la razón.

Y es increíble la cantidad de ocasiones en las que la fuerza te da la razón. Lo estamos viendo todos los días: más que querer es poder, poder es poder. Por eso no pueden hacerse muchas cosas. Y el más chico de los dos hermanos perdía siempre en la pelea del mando. Y con las flechas y los arcos. Y en muchos más juegos con reglas elaboradas por niños mayores, vengativos y calculadores.

Hace muchos años que yo le estaba ganando una partida de cartas a una amiga. Jugábamos en su casa. De pronto, cambió las reglas: "Pues en mi casa se juega así". En este caso, las reglas eran una cuestión de propiedad privada. Mi amiga ganó porque podía.

La próxima vez que juguemos a algo, preguntémonos quién ha puesto las reglas y por qué. Y con esto termina el post de hoy, que comenzó contando una anécdota infantil y que termina declarando la guerra al sistema normativo instituido. Ea. 


lunes, 2 de febrero de 2015

Atenas, ciudad abierta

Viernes, 18.00, más o menos, de la tarde. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, se levanta abruptamente de una comparecencia pública junto al nuevo ministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis. Este último, profesor, blogger y economista de una empresa sin jefes, le planta al holandés sus cinco dedos como forma de despedida. "Habéis matado a la Troika", le susurra Dijsselbloem, en lo que se ha convertido un rumor que muchos, en honor a una narrativa espectacular, preferimos creernos. 

Siguiendo con la lógica del espectáculo, la ficción y el relato, el griego se ha convertido en un pueblo que recuerda a la aldea de los galos en este mundo globalizado. 

Corruptos, atrasados, poco productivos, en guerra con Turquía, etc..., los griegos cuentan con un solo activo político: su gobierno ha sido elegido democráticamente, a pesar de que escoger a este equipo era, en muchos aspectos, lo peor que podía pasarles. Por eso la aldea griega es la más democrática a estas alturas: los helenos han preferido suicidarse, pero hacerlo como consecuencia de una decisión propia y de las más valientes que se han adoptado en los últimos años. 

Los capitales salen de Grecia como consecuencia de haber priorizado las demandas de muchos ciudadanos por encima de los números: una locura, la de anunciar la subida del salario mínimo y las ayudas directas a los pobres. ¿Con qué dinero? La ciencia económica la escriben los vencedores y el desastre está anunciado. 

Contra los números siguen Varoufakis, Tsipras y los demás. Saben que, a base de atrevimiento, de valentía y de puesta en escena, las ecuaciones económicas pueden verse modificadas. Solo falta variar los supuestos, como ya consiguieron los monetaristas hace varias décadas. Si resisten así varios meses, podrían flexibilizar los términos de los rescates. 

No va a ser fácil. Merkel y sus apoyos temen un efecto contagio: demandas por parte de Irlanda y, mucho peor, de España e Italia. La zona euro podría tener que emprender una serie de reformas que debilitarían la moneda y acarrearían mucho riesgo moral: perdonar dinero a los vagos es subvencionarlos y hacerlos más vagos. Solo pueden recibir ayudas los bancos para que sigan siendo arriesgados. Será difícil que Merkel, convertida en todos los demonios europeos, termine cediendo. 

Esto es un juego entre varios contrincantes. Ganará quien aguante. Las políticas de Syriza aumentarían el consumo, la demanda, el empleo y la producción. Grecia se aliviaría entretanto la deuda se renegocia. Europa demostraría solidaridad y pragmatismo. Es una pena que quien decide no viva en Atenas, o en otra ciudad de la aldea griega. Veremos qué pasa.

martes, 27 de enero de 2015

La creatividad como energía renovable

Recuerdo que, cuando éramos pequeños, todos los hermanos nos peleábamos con mucha frecuencia. Mis primos también. Uno de ellos se chivaba a su madre: "¡Me está pegando! ¡Me está insultando! ¡Se mete conmigo!" Los hermanos mayores cobrábamos más: éramos mayores y las hostias llegaban antes a nosotros desde arriba.

Un día, mi primo mayor quieto, sin hacer nada, y mi otro primo, a su madre: "¡Mamá, se está metiendo conmigo!" Y mi tía: "¡Pero si no está diciendo nada!" Y mi primo: "Ya, pero se mete conmigo pensando..."

Después de esa perla, mi primito ha patentado otras muchas más, todas ellas sin darse cuenta. Y digo yo que eso es creatividad, pero quizá mal canalizada. ¿Qué se podría haber hecho con ese ingenio? ¿Acaso esa energía creativa multiplicada por mil casos distintos no nos podría sacar de mil aprietos económicos y materiales?

Sigamos buscando partidos nuevos y soluciones repetidas. Que yo me quedo con lo de mi primo, que ya me ha dicho que quiere escribir sus memorias y que me voy a encargar yo. Seguro que suelta alguna nueva...

lunes, 26 de enero de 2015

Syriza, esa criatura creada por Merkel

Al margen de las celebraciones, o de las lamentaciones, a raíz de la victoria de Syriza el pasado domingo en Grecia, cabe hacerse algunas preguntas: ¿qué representa en realidad este partido? El éxito de Syriza es la consecuencia lógica de un larguísimo período de humillación (merecida o no) a una nación. Un intervalo vejatorio que comenzó con una de las decisiones de política económica más lamentables de las últimas décadas: los rescates financieros, por los cuales los contribuyentes aseguraron a los bancos acreedores el pago de la deuda del país deudor.

Grecia no es Barrio Sésamo, con Espinete y Don Pimpón asustados ante la imagen de Angela la teutona. Dictadura y después democracia corrupta, los dirigentes griegos mintieron durante años en sus cifras de déficit. El pánico financiero, los especuladores y la opinión pública nórdica acabaron condenándolos a las tinieblas. Pero las instituciones europeas y la banca alemana crearon una grave crisis en Europa que, además, no tiene soluciones claras: los planes de austeridad no han servido para reducir las deudas, ni para hacer reformas adecuadas, ni para salir de la crisis. Hemos perdido cinco años y la responsabilidad, además de nuestra, es de un conjunto de decisiones políticas auténticamente lamentables.

Y en esto apareció Syriza... y Podemos, y lo que venga en otros países. Un escenario probable es el de una conferencia sobre la deuda en cuestión de meses. Para cortar el efecto dominó que cada vez se teme más. Pero los alemanes podrían dar otra vez la sorpresa y ser aún más tercos y miopes de lo que han demostrado ser hasta ahora. Nos podrían hacer perder cinco o diez años más si quieren. Y perderán también ellos.

Solo espero que la victoria de Alexis Tsipras y la gestión de Varoufakis como ministro de finanzas representen un cambio de un proceso de degeneración que no tiene salida clara. En pocas semanas tendremos alguna noticia.

sábado, 24 de enero de 2015

Ideología en estado puro

La ideología dominante es la que domina... incluso a los que se oponen a ella (N. Pizarro). Así me encuentro, a unas cuantas horas de que se sepa quién gobernará en Grecia. Pesimista, calculador. No me permito la ilusión: no lo hago porque "sé" que es muy difícil.

Lo que algunos llaman Ciencia Económica es un espejismo. Las cuentas salen cuando tienen que salir. Un país sale de la crisis si se quiere. Por eso llamarlo ciencia es confirmar el simulacro.

Grecia, y España, podrían remontar su situación "si se quisiera". Entretanto, la "ciencia" y la ideología construyen nuestra realidad, nuestros sentimientos, nuestro rumbo.

Espero que en Grecia comience mañana un cambio histórico. Que la ilusión nos desborde y se lleve consigo el cinismo, esa táctica cognitiva que utilizamos para no "sentirnos tontos" al ver que todo sale mal al final.

Este sábado me voy a permitir ser un iluso. 

lunes, 5 de enero de 2015

"Peli y mantita"... y otras miserias

He sido, desde pequeño, un rebelde. Pero no uno de esos héroes que denuncian injusticias, salvan a las personas y persiguen a los malvados. Dado mi pequeño tamaño (que en la niñez era comparativamente inferior) mi timidez crónica y mi falta de valores encomiables, decidí limitarme a rebeldías menores. Entre ellas me gustaría mencionar la lucha que mantengo contra expresiones que me parecen estúpidas, que se enquistan y se reproducen eternamente en nuestra lengua. Como estoy tanto tiempo al día pensando (ojalá no fuera así), me subleva la repetición automática. Y por eso me rebelo.

Seguro que a algunos de vosotros, aunque no seáis héroes como yo, os sublevan expresiones y palabrejas que se quedan inevitablemente adheridas a nuestro idioma. En este caso voy a referirme a "peli y mantita". Pongamos un ejemplo:

- ¿Vas a salir hoy, Gumersinda? Yo voy a estar con mis amigos en la plaza de Los carceleros. Tomaremos algo y luego iremos a alguna discoteca. Qué, ¿te vienes o no?
- ¡Qué va! Hoy hace mucho frío y, además, he dormido pocas horas. ¡Hoy lo que pega es peli y mantita en el sofá! Creo que me voy a poner a ver otra vez Amelie o algo así. ¡Planazo!

Quiero que os metáis en mi situación, que sepáis lo que siento: no es que no tolere la situación sugerida, es que me gustaría estar en casa de Gumersinda para meterle fuego a la mantita. Gumer empezaría a notar más calor del planeado y terminaría por salir corriendo. O, en un caso mejor, todo se incendiaría, y también el DVD con Amelie dentro.

¿Peli y mantita? ¿No puedes decir que no tienes ganas de salir y que te acostarás, o que verás una maldita película? ¿Crees que se hablará de ello esa noche en la plaza de Los carceleros? ¿De verdad lo crees? ¿Has pensado en hacerte una foto en esa situación?

Quizá todo tenga que ver con que esta sociedad postnada es un ring continuo en el que hay que salir constantemente vencedor en la asignatura "diversión". Y por eso no nos perdonamos un eslogan, un maldito momento en el que decir "no voy a hacer nada, estoy hecho un muermo hoy". Porque a mí me pasa, y creo que no soy el único. En esos momentos no digo "¡planazo: mirar al techo haciéndome cosquillitas en el vientre!

No sé si es necesaria otra guerra civil para expurgar estos demonios, pero lo cierto es que no se me ocurre, ahora mismo, una alternativa. He consultado a varios psiquiatras y me dicen que no me dan pastillas para eso, que pruebe las flores de Bach. Me imagino a Bach, con sus flores y una mantita...

A lo mejor es que ese tipo de personas son más felices que yo y disfrutan hasta de una piedra. Es posible que haya distintas concepciones de la felicidad, y también es posible que la piedra les quepa por algún que otro orificio. El caso es que yo hoy tengo fiebre y películas que ver, pero resisto en mi empeño y me quedaré sentado en una silla, mirando al techo, o corrigiendo este decisivo post.

El sofá, entretanto, me mira con una mueca burlona. 

viernes, 26 de diciembre de 2014

La trampa de la sociedad del espectáculo


Resulta preocupante oír con tanta frecuencia eso de que «al menos, el panorama político está ahora más animado y más interesante». Es irónico, pero frases como estas tienen la capacidad de sintetizar las condiciones por las que se rige la sociedad mediática en que vivimos. Aspirar a que, por lo menos, el panorama político-mediático sea entretenido refleja la acotada ambición del espectador semi-pasivo —si las redes sociales han llegado a modificar realmente nuestra antigua condición de meros receptores.

No hace falta destacar que la irrupción de Podemos ha sido el acontecimiento político del año 2014. El ascenso de este partido ha sido meteórico, exponencial: numerosas encuestas sitúan ya a la formación de Pablo Iglesias en la primera posición en intención de voto. De manera paralela a este fenómeno, las tertulias políticas televisivas han experimentado un notable cambio: en varios canales, los debates han visto el concurso de nuevos participantes de edad y posiciones políticas diferentes a las mayoritarias hace pocos años. Tertulianos-políticos como Alberto Garzón, Tania Sánchez, los citados líderes de Podemos y representantes de otros partidos minoritarios han añadido colores a la monótona escala de grises PP-PSOE que poblaba las tertulias durante las legislaturas anteriores.

Sin embargo, sería una equivocación considerar que algo sustancial esté cambiando y, mucho peor, dar por muerto el «régimen del 78», como si se tratase de una entidad monolítica. Si de un conjunto de cambios en la programación televisiva deducimos la llegada de modificaciones importantes en las estructuras de nuestra sociedad, cometemos el error de dar por cierto lo que todavía es un simulacro. Asistimos, en cambio, a una nueva narrativa y a una puesta en escena con distintos actores que todavía no han podido provocar cambios reales en los fundamentos de nuestra sociedad.

Paradójicamente, la nueva narrativa nacional no casa con las restricciones políticas y económicas que se viven en un país dentro del club del euro. Reconocerlo es necesario y no debería interpretarse como una voluntad de enterrar a los nuevos movimientos políticos. Un cambio real de gobierno debe tener en cuenta la presión sobre la deuda pública y privada de los grandes fondos de inversión y de la banca mundial, por no hablar de los organismos internacionales. No son las únicas restricciones: los promotores del nuevo partido no han dicho nada sobre la decadencia del empleo en Europa, que perjudica a España, y que cumple ya casi cuatro décadas. ¿Cómo aplicar un programa político keynesiano con la amenaza continua de fugas de inversiones, de paraísos fiscales y de una situación en la que los grandes ahorradores ya no quieren invertir en actividades de la denominada economía real?

Establecer un conjunto relativamente coherente de políticas públicas para recuperar la equidad y el crecimiento inclusivo no basta para solucionar el problema: puede ser incluso parte de este. Contar con un nuevo producto político y mediático que mantenga la ilusión del votante —como la de la improbable lotería— puede llegar a funcionar como otro elemento de distracción y de control. Los impulsores de Podemos saben que no solo con querer se puede, sino que se deben considerar todas las influencias que nos han llevado a este punto y, a partir de ahí, reflexionar sobre qué soluciones dependen de nuestro esfuerzo y cuáles hay que reclamar a instancias institucionales superiores.

Desgraciadamente, la competición política obliga a la cohesión interna de las cúpulas partidistas, lo que repercute en la cerrazón de sus discursos. Una excelente iniciativa como la de Pablo Iglesias puede correr por ello un peligro de estancamiento; no va a ser el combate político el que lo evite: esa «gente» a la que sus dirigentes se refieren de manera constante, su competencia educativa y su capacidad de crítica son imprescindibles para que las nuevas iniciativas y herramientas puedan seguir adelante. Sin la implicación documentada y la presión real de las personas, Podemos podría convertirse en un nuevo actor parlamentario y político. Pero poco más. Esperemos que no sea así.

jueves, 25 de diciembre de 2014

La Navidad y la droga del recuerdo

Estaba escribiendo un post extraordinariamente espeso: en este, despotricaba de Podemos, pues esta formación no puede hacer nada contra el complejo armamentístico-mediático-financiero-productivo actual. Poco después he notado la lengua algo seca: dado el bocadillo de escombro que me estaba regalando por merienda, estaba a punto de perder la consciencia.

Y entonces he pensado en borrarlo todo y escribir un post sobre la Navidad. Quizá sea algo típico, pero tengo un tío que, para castigar a su hijo, le pone una conferencia mía en la que termino hablando la lengua de Mordor. Y mi primo nunca se ha portado tan bien como se está portando ahora.

Así que es mejor cambiar de tercio.

Creo que no sorprendo a nadie si digo que ayer fue la cena de Nochebuena. Si todo sale bien, normalmente estamos todos sentados en una mesa redonda con una de las mejores comidas del año, con Los Simpsons o alguna parida mayor por detrás, en la tele.

El caso es que la Navidad da para pensar mucho, pero este año he preferido quedarme con la sensación que tengo cuando, terminada la cena, me siento en el sofá enfrente de la tele y, sabiendo que no voy a salir a deslumbrar con mi belleza el centro de Málaga, me puedo quedar dormido. Es una de las mayores compensaciones de la Navidad: dejarte caer en casa de tus padres y que la noche te engulla tranquilamente.

Entonces me he acordado de cuando pasábamos algunas navidades en Elche, en casa de mis abuelos. Era un piso bastante grande que ahora está vacío, con poco tiempo restante de vida. Jugábamos a un juego de baloncesto; este consistía en apretar unos enormes botones que soplaban una pelotilla de corcho que se encestaba de dos y de tres, según la distancia desde la que se tirara. Yo por entonces pensaba en Villacampa, en Orenga y en Dominique Wilkins (o como se escriba). No se habían matado ni Fernando Martín ni Petrovic y yo creía que algún día sería conocido por mis mates. Nada más lejos de la realidad, como ha podido comprobarse.

Era un piso enorme, con habitaciones muy frías. En la tele salía el señor Basilio, que tenía muy mala leche. Me daba un poco de miedo un videoclip de los Status Quo, "In the army", en el que un soldado caía a un charco de barro y ya no podía levantarse más. La imagen pasaba inmediatamente a otro plano. ¿Pero qué pasaba con ese soldado, había muerto? ¿Se levantaría en forma de criatura diabólica? Aquello me preocupaba, pero parecía yo el único que miraba la pantalla desde aquella alfombra llena de juguetes, puzzles y un pequeño hermano que poco a poco empezaría a articular alguna palabra.

No era un entorno pobre. Era austero. Y lo recuerdo como una etapa enormemente alegre. De aquella alegría no era yo consciente por entonces, sino ahora. Y es que los recuerdos son construcciones tramposas en las que se depositan las expectativas del presente. Son como un viaje de esos de las drogas, pero sin drogas. O a lo mejor es que los recuerdos son una droga en sí mismos.

Aquellos eran los años ochenta, pero yo no me desmelenaba en el bar "Penta" del centro de Madrid. Veía la tele, pasaba miedo y me ponía malo para luego toser como un bronquítico y pegarles a mis padres un virus cientos de veces peor. De pequeño era un miedica -menos que ahora-, pero también lo pasaba muy bien. A la paciencia de mis padres debo mucho de lo que he hecho después.

Por todo esto y porque me he convertido en una persona que defiende los derechos humanos, voy a publicar esta columna y no la otra sobre el capitalismo desestabilizado y caníbal. Feliz Navidad, con todo lo que conlleva. Y cuidado con los recuerdos, porque te puede dar por quedarte en la alfombra, viendo si aquel soldado moribundo pretende levantarse o no, una vez terminado el videoclip.

jueves, 20 de noviembre de 2014

La miseria de la "actualidad" (I)

Enciende la tele. Una operación policial contra la corrupción concluye con el encarcelamiento de cincuenta sospechosos del PP y del PSOE, la mitad alcaldes. El último asesinato machista. Sube el paro. Un partido recién creado amenaza a los partidos viejos con desalojarlos del poder. Muere una aristócrata de casi noventa años. Una ex presidenta autonómica casi atropella a un policía. 

Podríamos entretenernos también con la noticia de un gato, del PP, que se niega a bajar de un gran árbol en el que creyó ver a una gaviota. Sería prácticamente lo mismo.

Decía Jean Baudrillard, un poco pesado, que este tipo de ficciones son las mejores, porque las protagoniza gente de verdad. 

Porque podría ser solo ficción: un enfoque, un encuadre, un resumen determinado... Al final constituyen un simulacro informativo. Como si nos nutriéramos a base de donuts, sin alimentarnos. Pero con la tripa llena. Siguiendo (y terminando) con Baudrillard, todo un crimen perfecto.

Las "historias" copan las pantallas de todos nuestros monitores. El periodista que quiere sorprender al redactor jefe o a su director llega a la redacción gritando "¡mirad qué historia tengo!" Están siendo relativamente sinceros sobre el objeto de su producción.

Vivimos en una dictadura del acontecimiento, en la que percibimos cambios y noticias constantes. Pero, paradójicamente, estos acontecimientos nos impiden saber lo que pasa. Porque las cosas que pasan, normalmente no pasan y siguen delante durante mucho tiempo. Como la persistente desigualdad, que es algo estructural y casi eterno, o la corrupción, o la acumulación de poder. Las estructuras en red de las mafias estafadoras, las causas del robo institucionalizado, la imposibilidad de crear una democracia radical, etc., no son cosa de personas, de rasgos de carácter ni de situaciones individuales. Son datos que exigen de otro tipo de explicaciones, y no de fórmulas narrativas para mantener la audiencia.

Entretanto esto ocurre, seguiremos con los acontecimientos. Pasando el rato. Seamos honestos.

 

domingo, 2 de noviembre de 2014

¿Es el comienzo del fin de la España eterna? (Primera parte)

En 1714 se publicó un breve texto que iba a convertirse en una de las primeras metáforas sobre el liberalismo. "La fábula de las abejas, o de cómo los vicios privados traen consigo beneficios públicos" fue escrita por Bernard Mandeville. Mandeville recreaba una colmena llena de abejas especializadas en diferentes oficios: jueces, médicos, obreros, sacerdotes, músicos, etc. En la mayoría de los casos existía la corrupción: los jueces aceptaban sobornos, los médicos cedían al pecado y ¿para qué hablar de los curas...? ¿Cómo era posible que dicho entramado de depravación y corruptela se mantuviera estable? De manera espontánea, la combinación de todos estos actos impuros acababa generando necesidades, actividad económica y riqueza. De actos inmorales, la sociedad extraía beneficios para todos. El razonamiento extraído del mencionado panal tiene muchas similitudes con el "Teorema de la mano invisible", que Adam Smith ideó en su "Teoría de los sentimientos morales", uno de los textos fundamentales del liberalismo clásico.

La fábula de las abejas imaginaba un mundo sencillo para condenar a cualquier autoridad que quisiera erigirse como faro moral de la civilización. De hecho, la historia concluye con la quiebra de la colmena, justo después de que los flujos económicos se sequen al quedar prohibida la actividad corrupta. 

Se trata de una aproximación simple que puede parecernos intelectualmente holgazana en la actualidad. No obstante y sin ir más lejos, muchos ciudadanos españoles la han adoptado pasivamente durante las pasadas décadas. La España corrupta no es cosa de estas últimas tres semanas, sino que lo es desde que los medios de comunicación, liberados de la censura franquista, comenzaron a publicar, con mayor o menor desinterés, informaciones sobre comisionistas a cargo de los dos principales partidos de la democracia postfranquista.

Si el panal español se mantuvo a flote con ideas como las de Mandeville -que tienen, hoy, trescientos años-, ha llegado un momento en que no hay provisión pública que defender a cuenta de los innumerables delitos cometidos y publicados. España lleva siete años de crisis y no se ha propuesto solución alguna para reducir los cinco millones y medio de parados, la abultada deuda pública y la descomunal deuda privada. Cada vez hay más indicadores que sugieren un punto de inflexión, un momento en el que las masas comienzan a percibir que el sistema de dominación ha dejado de compensarles. La degeneración puede, por supuesto, continuar durante algunos años más, pero los últimos acontecimientos revelan que existe un punto de no retorno, un hartazgo que puede ser sistémicamente destructivo.

¿Qué pasaría si Podemos, por ejemplo, se erige como el partido más votado en España? La teoría liberal y conservadora, en la que Gaetano Mosca y Wilfredo Pareto sobresalen como auténticas autoridades, es mayoritariamente pesimista: el nuevo partido inauguraría un sistema de dominación sin demasiadas diferencias con los anteriores; la furia de las masas solo habría servido para cambiar a unos individuos por otros. El hecho de que la Historia, pero también la Economía, la escriban los vencedores, junto con el destino que han tenido tantas revoluciones bienintencionadas, otorga una cierta superioridad a las predicciones de lo que algunos llamarían "la ideología dominante".

¿Qué pasará? Ahora mismo es difícil hacerse una idea. Pero las élites -ese entramado relacional entre distintos tipos de políticos, empresas, finanzas nacionales e internacionales y directivos europeos- deberían comenzar a elaborar una estrategia productora de riqueza, empleo y bienestar, como ya se hizo en los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo pasado en las naciones democráticas de Europa. Este cambio de rumbo podría ser compatible con una nueva élite política en el gobierno, para disfrazar así la rectificación de medidas progresistas.

No obstante, y dada la estructura de las grandes multinacionales hoy día -fábricas en el Tercer Mundo, tributos en Suiza y sede parlamentaria en España-, parece un poco difícil imaginar ese golpe de timón. Habrá que seguir atentos. En todo caso, el otoño promete mostrarnos cosas que hace unos años jamás podríamos habernos creído.




sábado, 4 de octubre de 2014

El invariable sentido de las noticias que conocemos cada día

La sucesión de noticias que recibimos diaria y periódicamente tiende a mantener un discurso que coincide, no por casualidad, con las visiones dominantes sobre la sociedad. De esta forma, y como si se tratase de una cadena, cada nueva situación que se produce, cada acontecimiento, vienen a confirmar las conclusiones que se habían extraído ya de los acontecimientos previos. El discurso que enmarca todas las noticias tiende a ser relativamente homogéneo, más que coherente.

Por eso, las próximas noticias que veremos en la televisión probablemente tiendan a confirmar que vivimos en un mundo peligroso lleno de potenciales agresores sexuales y terroristas, del que, en definitiva, no podemos fiarnos demasiado.

El descubrimiento de un desaforado gasto en una serie de tarjetas ocultas por la entidad de crédito CajaMadrid se ha expuesto como un nuevo escándalo para su consumo indignado: durante una serie de años, empresarios, políticos de diferentes ideologías y sindicalistas abusaron de un dinero que no era suyo, contribuyendo con ello a crear un agujero que todos estamos contribuyendo a tapar en estos momentos, a costa de nuestro futuro.

La vergüenza y el enojo que de saber esto resulta no debería tapar el hecho de que este tipo de noticias constituyen un tipo de estocada indirecta a un modelo de entidad financiera que no vamos a volver a ver en este país durante muchos años: las Cajas de Ahorro. La moraleja que subyace a este tipo de noticias es la imposibilidad casi física de que la política y los agentes sociales puedan participar en la gestión de las entidades más importantes para favorecer la creación de riqueza. La economía, para los economistas, para los empresarios y para los expertos independientes.

Esta especie de catarsis que supone la publicación de casos de corrupción -cuya revelación se hace inevitable por razones lógicas- esconde una pretensión de expiación por nuestra parte, pero, al mismo tiempo, estará al servicio de esa idea-fuerza que hemos llamado aquí la privatización de la realidad: muerta la responsabilidad ciudadana y desarmado el Estado por su inefectividad (sin que nos hayan explicado las verdaderas razones de la crisis fiscal), nos movemos a un horizonte de gestión privada de la vida en la mayoría de sus sentidos, bajo la atenta vigilancia de una serie de aparatos estatales al servicio del orden y de la estabilidad de los negocios.

Este capitalismo vigilado, este monstruo esclerotizado y envenenado por la deuda se sigue moviendo. Y las pequeñas batallitas vencidas no son suficientes, ni mucho menos. La esperanza está en la educación de una serie de generaciones que sean capaces de demandar otra cosa. Entretanto, seguirá sonando la misma música desde los telediarios y desde las interminables tertulias.

martes, 16 de septiembre de 2014

¿Economía sin Sociedad?



Los errores cometidos por los economistas en la predicción de la crisis constituyen un lugar común en las reflexiones realizadas a lo largo de los últimos años. Estas críticas han terminado por dirigirse también a los estudios de Economía en las Universidades. Un ejemplo es la protesta organizada por un grupo de setenta alumnos del profesor Gregory Mankiw –autor de uno de los manuales de referencia mundial sobre Teoría Económica- en la Universidad de Harvard. En una carta abierta, estos estudiantes exigían una enseñanza económica más plural, que no contribuyera a la perpetuación de los problemas de desigualdad en el mundo y que reconociera la importancia de otras perspectivas analíticas.

Otro cuestionamiento, también procedente de la Universidad de Harvard, fue realizado por uno de sus ex presidentes, el ex Secretario del Tesoro con William Clinton, Lawrence Summers. Summers ha considerado que los estudios de Economía han errado al centrarse excesivamente en modelos matemáticos que guardan una escasa relación con la realidad y que, por tanto, ignoran la importancia del contexto político, e histórico. Para Summers, una ciencia económica más efectiva para prever y evitar crisis debe estar abierta a más perspectivas teóricas, además de prestar atención a la realidad social en la que los fenómenos económicos tienen lugar. 

Las críticas dirigidas al método de análisis económico convencional se han visto corroboradas con la firma, por parte de 42 organizaciones de estudiantes correspondientes a 19 países, de un documento que denuncia la falta de diversidad intelectual existente en los estudios de Economía. Lo más importante en estas manifestaciones intelectuales es que todas lamentan la escasa importancia concedida a las variables referentes al contexto social. 

La relevancia de las dinámicas del comportamiento social constituye un factor fundamental que debe permitir que disciplinas como la Sociología y, en especial, la Sociología Económica, puedan aportar sus hallazgos al conocimiento y al estudio de la realidad social. Los estudios de Sociología suponen la combinación de la teoría social con el desarrollo de diversas metodologías cuantitativas y cualitativas que constituyen una gran oportunidad para ampliar el marco de análisis de todos los estudiantes que pretendan adquirir una visión más completa sobre los fenómenos económicos. La complejidad de las sociedades tecnológicas avanzadas exige cada vez más de una aproximación interdisciplinar en la que ninguna disciplina de las Ciencias Sociales debe ser ignorada.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Separación de poderes (I): la banca privada y la Universidad

Esta era la página principal de la Web de la Universidad Complutense de Madrid este miércoles por la tarde. Una foto que dice unas cuantas cosas.

Todo lo que ha hecho el Banco Santander por la educación, no solo a través de sus préstamos, sino a través de la Fundación Banco Santander... Todo eso lo tenemos en cuenta. Pero en una coyuntura en la que cada vez más gente percibe que los poderes (también los intelectuales) están enormemente intrincados, esta portada resulta enormemente ilustrativa. Gracias, Carrillo, o quien sea.

Gracias a Iván Cardador por el pantallazo. 

¿Es PODEMOS un partido demócrata?

Si concebimos el Estado como la expresión democratizada de los intereses de la clase dominante, como indirectamente hace Domhoff en "¿Quién gobierna Estados Unidos?" (1969), entonces debemos concluir que este hecho excluye la participación de PODEMOS en cualquier tipo de gobierno democrático en España. En este sentido, este partido debería ser declarado contrario a la democracia actual, como numerosos comentaristas han afirmado en fechas recientes.

El programa de PODEMOS propone, principalmente, una redistribución de la riqueza que afecta de manera directa a los intereses de las clases superiores. Tal modificación material solo puede acometerse mediante la formación de un gobierno democrático.

Dado que, siguiendo la definición que hemos adoptado inicialmente, los gobiernos democráticos lo son porque responden, en gran parte, a los intereses de las clases superiores (de hecho, dichas clases participan de manera muy activa en el diseño y en la arquitectura institucional, antes y después de la Transición), se produce una contradicción inmediata.

De continuar la democracia actual, PODEMOS no podría nunca llegar al gobierno, ni siquiera participar en este de manera significativa. El diseño actual de la política, de las instituciones estatales y democráticas, así como de los medios de comunicación deberían impedirlo.

La llegada al gobierno de esta formación solo podría producirse mediante una sustancial alteración de su programa político, ya que realización efectiva de dicho programa supondría una merma de los intereses de las clases dominantes mediante los resortes institucionales existentes, lo que haría legítimas las nuevas reformas.

A pesar de que las reformas de PODEMOS fueran democráticas, estas afectarían a los consensos institucionales y de clase que fundan la democracia española, por lo que estarían en contra de las nociones democráticas que tenemos en la actualidad.

Por eso existe un enorme rechazo -incluso entre los ciudadanos que se verían beneficiados por esas reformas- y por esta razón este partido no podrá, en ningún caso, conseguir sus objetivos bajo el régimen de circunstancias actuales. "No son promesas realizables" es la expresión ciudadana de la imposibilidad de la redistribución de la riqueza en un sistema político y económico en el que la dominación está legitimada política, institucional y culturalmente.

Mientras el Estado democrático siga siendo un instrumento para legitimar la dominación (algo que seguirá sucediendo y que previsiblemente solo puede negociarse al alza o a la baja) un partido como PODEMOS no podrá formar gobierno. Las formas progresistas se limitarán a conseguir determinadas metas para la mayoría. La acción política de este tipo de partidos debería comenzar situando a "la gente" en este escenario, pesimista pero real, haciéndole comprender lo que pasa y qué hace falta cambiar.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Sobre mis cariñosos vecinos

Deben de llevar ya más de un año juntos y, aunque han disminuido la frecuencia de sus shows, todavía me despiertan, en medio de la noche, con esos gritos de satisfacción. Con el calor veraniego, al abrir las ventanas por la noche, nos convertimos en casi compañeros de piso. Por esta razón me he despertado, más de una vez, en medio de los dos, como una especie de observador internacional. Ellos siguen, a pesar de mi presencia; yo desdoblo EL PAÍS y me pongo a leer la sección de Bolsa, a ver si esta me ayuda a coger algo más de sueño. Es una de las relaciones más duraderas que he tenido en los últimos años...

Lo más curioso es que después, por la calle, no me dicen nada. Y, realmente, podrían confiar en mí, porque los conozco mucho mejor que muchos de sus amigos.

A veces, sobre todo cuando no tienes otra alternativa, está bien querer a tus vecinos. Sean como sean. Aunque hagan esos ruidos. Aunque después de dormir juntos no nos saludemos. Quizá, en unas ciudades cada vez más impersonales, ocupamos una isla de urbanidad y cariñoso civismo. Eso sí, a mí que no me toquen.

La próxima vez que me despierte entre ellos, espero que me hayan comprado, al menos, el Foreign Policy. Así aprenderé cosas nuevas.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Sobre las propuestas económicas de Podemos (artículos en la red)

Cuando se habla de Podemos, la conversación se desvía generalmente hacia detalles o aspectos que no son precisamente fundamentales. Durante los últimos días se ha producido un debate en la prensa sobre sus propuestas económicas. Dicho debate se produjo por la publicación de un artículo de Antonio Roldán Monés en El País, sobre las propuestas económicas de la formación. Alberto Montero Soler, uno de los responsables económicos de la formación, ha respondido este sábado desde Público, en un largo y complicado pero interesante artículo. 

Ahí los tenéis, por si queréis evaluar sus propuestas. A mí me quedan muchísimas dudas, pero esto es mejor que nada.