miércoles, 29 de abril de 2015

Sobre lo urgente y lo importante


Creo que es bueno, de vez en cuando, apagar ese motor mental que tenemos, tan necesario como antipático. Detenernos y abandonar el pensamiento de la urgencia: ciertas pasiones, objetivos, frustraciones. No es descabellado afirmar que el pensamiento que responde a la prontitud, a la perentoriedad de una respuesta que necesitamos no es pensamiento: es solo ponerle palabras mentales al temor, a la angustia o, a veces, incluso a la alegría. Sentir con la cabeza, síntoma de animal racional.

Por eso, pensar, cuando no se trata de algo urgente, debería ser el auténtico pensar.


Escribo estas líneas después de leer la entrevista que El País hizo al escritor fallecido Günter Grass el pasado mes de marzo. En dicha entrevista el autor habla de muchas cosas, pero llama la atención la insistencia del intelectual casi nonagenario en la repetición constante de un drama: la Humanidad reproduce el “Mito de Sísifo”: subimos incansablemente una pendiente empinada sabiendo que la roca que empujamos caerá una vez que dejemos de aplicarle nuestra fuerza. Aun así, no podemos dejar de hacerlo. Es la historia del Siglo XX y parece que también la del XXI.


Este es nuestro drama y, quizá, en estos momentos, la base de nuestra humanidad. La pendiente es el sistema capitalista que, más que un régimen productivo, político y cultural, es ya nuestra civilización. Los jóvenes, los no tan jóvenes, y los demás vivimos y vemos llegar momentos difíciles a los que nos sobrepondremos, a los que aplicaremos nuestra creatividad, nuestra fuerza… Nuestra humanidad, en definitiva. Por eso es un drama y por eso es humano: sabemos que habrá otro despertar, otras ilusiones, otras esperanzas y mejores épocas, y que estas también se tornarán oscuras en algún momento. También el amor nos lleva a muchos a aguantar la pesada roca sabiendo que cuando nos demos la vuelta ya no seguirá en la misma posición. Pero nos gusta la maldita roca, qué le vamos a hacer...

La Humanidad es un cuento previsible en el que nadie puede intervenir sino para ser un mero figurante, un despistado o un títere. Pero supongo que es parte de ese guión que continuamente reproducimos.


Pensaba también que, como dice Grass, nos estamos autodestruyendo: las bombas atómicas, las amenazas, el calentamiento global, las finanzas y el descomunal aumento de la población destruirán el planeta. ¿Y si esto ha pasado ya anteriormente? ¿Y si somos una mera urbanización planetaria dentro de un Universo que repite la misma historia continuamente? ¿Acaso se le supone una racionalidad exterior a toda esta película? ¿Y qué sería entonces lo que escribo? ¿A dónde llegará? ¿Qué sentido tiene?  


Igual es mejor volver a los pensamientos puntuales y urgentes. Me voy a comprar pan.


1 comentario:

KARL dijo...

Eterno retorno nietzscheano...