Tengo un vecino que está todo el día con su madre. Siempre que entro en la urbanización los veo a los dos, conspirando. Suman unos 200 kilos si se abrazan. El viernes entré por la puerta de la playa y ahí estaban, mirándose y asintiendo. Cada uno hablando por un móvil.
Tienen controlado todo lo que ocurre en unos cincuenta metros cuadrados. Y, lo peor, llevan así más de treinta años.
Este curso 2012-2013 van a ocurrir cosas terribles en este barrio. Comienzan mis locas aventuras en Málaga.
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