martes, 20 de mayo de 2014

Diario de un analista confuso (5) Funcionarios, Falciani, motoristas y comerciales malhumorados

Han pasado muchas cosas estos días.

Acabo de depositar la tesis. He vencido al funcionariado español. A pesar de que he entregado más papel del que existe, no han podido derrotarme. Según dicen, ayer por la noche, un administrativo se ahorcó después de saber que yo no había cometido ningún error en los formularios. Por lo visto, estas cosas suelen pasar a menudo en este gremio.

La tesis está terminada. Ahora comienza el casting para la película.

En otro orden de cosas más interesantes, el viernes conocí a Hervé Falciani, el informático que publicó la lista de los 130.000 evasores fiscales. Celebraron un mitin de su partido, el Partido X, y después se quedaron a cenar. Tengo que decir que intenté irme sin pagar, pero Falciani me pilló. Al final fueron 16 euros, sin multa. Es majo.

Me han pasado dos cosas recientemente*:

- Por una parte, ayer hice una maniobra dudosa al volante y un motorista se cabreó. Me estuvo persiguiendo un tiempo, gritándome a la ventanilla. Intenté ignorarlo. Pero tuve que parar en una rotonda. Entonces, vi su cara, encendida: me suplicaba que parara en el arcén, para poder pelearnos, mientras decía un montón de cosas sobre mi madre. La prostituta que llevaba atrás le decía que se tranquilizara, que no por buscar con la voz más alta iba a dar finalmente con su padre. Estuve tentado de formar un generoso beso con mis labios a través de la ventanilla del coche, para ver si eso lo relajaba. Pero decidí no arriesgarme. Tenía una reunión en la facultad y estaba preocupado por si me pasaba algo malo allí. Paradojas de la cotidianeidad.

- El otro día me llamó un comercial de Orange, latino. Al cogerle y oír su acento, le dije, sin dudar, lo contento que estaba con Telefónica. Era, pensé, una estrategia preventiva, para dejar las cosas claras. El comercial me contestó recriminándome que él me llamaba y que yo no sabía para qué me llamaba, y que ya lo había rechazado. Cuando estaba a punto de pensar en sus progenitores, el comercial me colgó. Y desde entonces solo pienso en él: ¿quién será? ¿qué le hace ser diferente a los demás? Ha dejado el número grabado: quiero llamarle para tomar un café y siempre que suena el móvil espero que se trate de su voz. ¿Es una nueva estrategia de marketing, o he descubierto que hay alguien razonable después de todo?

Actualidad 

¿Estamos ante una transformación de la política española a raíz del surgimiento de nuevos partidos con intención de voto? No es imposible, pero la Ley Electoral y el clima mediático español lo pondrán difícil. La mayoría de las cosas depende de eso que llamamos "la gente". Esa enorme cantidad de personas que actúa, muchas veces, de manera gregaria. Del individualismo de la gente depende el cambio. Entretanto, partidos y movimientos sociales seguirán predicando en el desierto. Es la paradoja de las democracias: votan las mayorías, pero normalmente a favor de los deseos de las minorías. Ya lo dijo Karl Marx, lo que pasa es que la solución que Lenin decidió aplicar en Rusia no salió demasiado bien. Y en nuestra memoria queda eso: unos bloques grises, colas para comprar lechuga, cárceles de hielo... ¿Acaso no es una derrota ideológica recordar el terror, o es que el terror fue tal que no podría esconderse de ninguna manera? Preguntas para las que no tengo respuesta. Menudo analista.


* Una de las historias, o las dos, podrían ser verdaderas. Esperemos que el motorista y el comercial no sean la misma persona. Porque vaya humos.

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