domingo, 2 de noviembre de 2014

¿Es el comienzo del fin de la España eterna? (Primera parte)

En 1714 se publicó un breve texto que iba a convertirse en una de las primeras metáforas sobre el liberalismo. "La fábula de las abejas, o de cómo los vicios privados traen consigo beneficios públicos" fue escrita por Bernard Mandeville. Mandeville recreaba una colmena llena de abejas especializadas en diferentes oficios: jueces, médicos, obreros, sacerdotes, músicos, etc. En la mayoría de los casos existía la corrupción: los jueces aceptaban sobornos, los médicos cedían al pecado y ¿para qué hablar de los curas...? ¿Cómo era posible que dicho entramado de depravación y corruptela se mantuviera estable? De manera espontánea, la combinación de todos estos actos impuros acababa generando necesidades, actividad económica y riqueza. De actos inmorales, la sociedad extraía beneficios para todos. El razonamiento extraído del mencionado panal tiene muchas similitudes con el "Teorema de la mano invisible", que Adam Smith ideó en su "Teoría de los sentimientos morales", uno de los textos fundamentales del liberalismo clásico.

La fábula de las abejas imaginaba un mundo sencillo para condenar a cualquier autoridad que quisiera erigirse como faro moral de la civilización. De hecho, la historia concluye con la quiebra de la colmena, justo después de que los flujos económicos se sequen al quedar prohibida la actividad corrupta. 

Se trata de una aproximación simple que puede parecernos intelectualmente holgazana en la actualidad. No obstante y sin ir más lejos, muchos ciudadanos españoles la han adoptado pasivamente durante las pasadas décadas. La España corrupta no es cosa de estas últimas tres semanas, sino que lo es desde que los medios de comunicación, liberados de la censura franquista, comenzaron a publicar, con mayor o menor desinterés, informaciones sobre comisionistas a cargo de los dos principales partidos de la democracia postfranquista.

Si el panal español se mantuvo a flote con ideas como las de Mandeville -que tienen, hoy, trescientos años-, ha llegado un momento en que no hay provisión pública que defender a cuenta de los innumerables delitos cometidos y publicados. España lleva siete años de crisis y no se ha propuesto solución alguna para reducir los cinco millones y medio de parados, la abultada deuda pública y la descomunal deuda privada. Cada vez hay más indicadores que sugieren un punto de inflexión, un momento en el que las masas comienzan a percibir que el sistema de dominación ha dejado de compensarles. La degeneración puede, por supuesto, continuar durante algunos años más, pero los últimos acontecimientos revelan que existe un punto de no retorno, un hartazgo que puede ser sistémicamente destructivo.

¿Qué pasaría si Podemos, por ejemplo, se erige como el partido más votado en España? La teoría liberal y conservadora, en la que Gaetano Mosca y Wilfredo Pareto sobresalen como auténticas autoridades, es mayoritariamente pesimista: el nuevo partido inauguraría un sistema de dominación sin demasiadas diferencias con los anteriores; la furia de las masas solo habría servido para cambiar a unos individuos por otros. El hecho de que la Historia, pero también la Economía, la escriban los vencedores, junto con el destino que han tenido tantas revoluciones bienintencionadas, otorga una cierta superioridad a las predicciones de lo que algunos llamarían "la ideología dominante".

¿Qué pasará? Ahora mismo es difícil hacerse una idea. Pero las élites -ese entramado relacional entre distintos tipos de políticos, empresas, finanzas nacionales e internacionales y directivos europeos- deberían comenzar a elaborar una estrategia productora de riqueza, empleo y bienestar, como ya se hizo en los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo pasado en las naciones democráticas de Europa. Este cambio de rumbo podría ser compatible con una nueva élite política en el gobierno, para disfrazar así la rectificación de medidas progresistas.

No obstante, y dada la estructura de las grandes multinacionales hoy día -fábricas en el Tercer Mundo, tributos en Suiza y sede parlamentaria en España-, parece un poco difícil imaginar ese golpe de timón. Habrá que seguir atentos. En todo caso, el otoño promete mostrarnos cosas que hace unos años jamás podríamos habernos creído.




4 comentarios:

Cobarde pecador dijo...

"...un momento en el que las masas comienzan a percibir que el sistema de dominación ha dejado de compensarles..."

Quizás el cambio a "Podemos" sea, como parece ser que dices, un "cambio de cromos" en el sistema de dominación, es cierto, lo más seguro es que sea eso... pero si este "cambio de cromos" va a provocar que los dominadores tengan que abrir la mano y, quién sabe, al abrirla se les caiga la fusta, puede que nos traiga recompensas. Y si en lo que tardan en agacharse a recogerla, a través de la concienciación, conseguimos que nos de tiempo a desenfundar la pistola, o a desenvainar la espada... o a aprender a convivir.

Por cierto, ¿Quién sabe que pasará si llega don Pablo al poder? ... puede que sea verdad lo que dice y solucione la papeleta. ¿Quién sabe?

A ver qué trae otoño.

Guillermo dijo...

La sátira de Mandeville es una réplica a la filosofía moral de los primeros años post-revolucionarios (representados por Lord Shaftesbury) que equiparaba la virtud con la búsqueda del bien común y el vicio con el interés propio. El holandés muestra la paradoja que supone creer eso y le sirve para argumentar contra una visión objetiva de la moral, y por tanto contra la planificación gubernamental de la moral. Adam Smith es discípulo de uno de los principales opositores de Mandeville y lo critica en el libro que mencionas, si bien más adelante se irá acercando a sus ideas y tratará de superar la paradoja. Es en “La Riqueza de las Naciones” donde aparece (una vez) lo de la mano invisible y en general saca provecho de los hallazgos de Mandeville: “No es de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero de donde cabe esperar nuestro almuerzo, sino de la atención a su propio interés.”

Y es que la obra de Mandeville tiene más influencia de lo que podría aparentar. Aparte de la subjetividad de la moral aparecen ideas como el carácter evolutivo de la sociedad, la división del trabajo, la ley de las consecuencias no queridas o la autoorganización social. De esto último el uso y el abuso de “mano invisible” como metáfora me parece un tanto desafortunada (suena conspirativo). No es otra cosa que lo que Hayek llamaba orden espontáneo y en computación llamamos sistema adaptativo complejo. Ejemplos son los hormigueros, la propia vida, el cerebro, los mercados, la topología de internet, o las redes P2P. Una red distribuida intercomunicada de células que aportan información y proponen, sometiéndose al ensayo/error y siendo ponderados por ello. Es por eso que en el orden social extenso la propiedad privada es importante, pues distribuye la jurisdicción que permite la diversificación del riesgo y la innovación moral y económica sin hipocresía, pues los costes y beneficios quedan delimitados y repercutidos sobre el proponente.

Y es por eso por lo que en el liberalismo (que no en el conservadurismo) no se analiza en términos de héroes o villanos sino en términos estructurales, pues somos todos “hijos del mismo mono” y respondemos según situación e incentivos dados. Que el que gobierne se llame Mariano, Pedro o Pablo carece de importancia a largo plazo, pues los vicios y virtudes no son tales si lo intentamos mirar en el plano individual.

Saliendo un poco de la espesura, hace poco se pudo ver en el canal de Paramount la película “La Leyenda de la Ciudad sin Nombre”, que yo consideraría heredera de esa tradición Mandevilliana.

Edelmino Pagüero dijo...

Gracias por los comentarios. Me gustó Mandeville y me gusta Smith. Lo que ocurre es que creo que el ideal liberal es eso, una idea bien elaborada. Pero la realidad muestra más bien una concentración de benecicios bastante acendrada. Es difícil mantener estas ideas, tan buenas en un primer momento. De ahí que Schumpeter hablara de la destrucción del capitalismo por sí mismo. Lo cual es una gran contradicción para la doctrina liberal :)

Anónimo dijo...

Gran artículo e interesantes comentarios. Conocía superficialmente la obra de Mandeville y desconocía que se hubiese centrado en temas tan fundamentales. Utilizarlo como metáfora para la España contemporánea me parece muy acertado, aunque añadiría que en el panal español (que tal vez tenga forma de laberinto) hay una oligarquía de abejas corruptas más poderosas del resto (y cuyos efectos son más potentes).

Otro punto es el de Pablemos. Personalmente, creo que sería más acertado dar una oportunidad a esta gente para llevar a cabo las reformas que tú mismo propones, en lugar que las lleven a cabo los de siempre.

No necesitamos revoluciones, por supuesto, necesitamos reformas socialdemócratas y algún plan de choque (ej. contra el paro), en el marco de un estado social-liberal (como decía Mujica, "soy socialista pero no bobo"). Lo que pasa es que esto está a años luz de distancia de las capacidades y los intereses de la casta política actual. Acabo de leer otro artículo en perspectiva geopolítica sobre la crisis actual y el actor considera que algunas de las propuestas de Podemos son, en realidad, más utopicamente liberales, que racionalmente marxistas.

Salud y República