Sobre el escándalo del espionaje en Madrid -que sigue creciendo y ya veremos si supera al de las escuchas del CESID- se está informando y opinando mucho durante estos días. A las exclusivas de EL PAÍS se han sumado las de EL MUNDO y PÚBLICO, y supongo que falta bastante poco para que todos los medios publiquen noticias propias sobre este tema.
El mecanismo periodístico que se ha puesto en marcha ha permitido agujererear esa pared que nos separa de la realidad de la vida pública, para que nosotros mismos nos convirtamos en espías y hagamos de una suerte de voyeurs en diferido.
El espectáculo que arroja esta experiencia es devastador:
- El tren de vida de los políticos implicados es muy alto. Casi todos son ricos. ¿Lo son por estar en política o están en política por serlo? Me temo que, en este caso, las dos cosas.
- Lo hurtado por los espías, por los medios por los que nos informamos y, en definitiva, por nosotros, nos revela una auténtica trama de nepotismo, de enchufes y chanchullos que nada tienen que ver con la libre competencia que un Ejecutivo regional liberal debería abanderar.
- A la lucha por el dinero y el poder se unen las ambiciones, recelos y circunstancias personales. Sorprendentemente sobreviven la envidia y el odio a las montañas de euros y de activos. Lo cual no tiene por qué ser una buena noticia.
- Los ciudadanos estamos aprehendiendo todos estos datos como si se tratara de una novela por entregas -así nos la narran-, pero de ficción. Lo más trágico es que muchas de estas noticias nos las esperábamos (recibimos la historia como de ficción pero, al mismo tiempo, la aceptamos como cierta). Lo cual dice bastante poco de nosotros en cuanto a gestores de nuestra vida privada dentro de una sociedad que requiere de nuestra participación en ciertos asuntos públicos. Aunque el funcionamiento de una democracia requiera de esta irresponsabilidad básica.
- Queda por ver la motivación de los informadores que están revelando estas noticias. Los motores de estos no son meramente altruistas, aunque en alguno de los medios de comunicación el celo profesional podría aproximarse a algún tipo de ideal que arrojara un poco de esperanza (con "e" minúscula) sobre el oscuro panorama.
Sobre esto podemos decir más sandeces. Pero vamos a esperar a ver qué sale en las próximas horas. ¿No?
1 comentario:
Tengo preparada una tonelada de palomitas.
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