Hay ocasiones en las que a uno le gustaría acabar con el orden establecido.
Toma ya.
Sí, suspender, aunque fuera momentáneamente, todo el entramado de reglas que rigen nuestra conducta, nuestra forma de pensar y nuestro modo de relacionarnos con los demás.
¿Qué pasaría si por un día no habláramos y discutiéramos sobre el tema que las empresas de comunicación han escogido como el más rentable, como el más morboso o el que más "vende"?
Podríamos ir incluso más lejos durante esa jornada: decretar el fin de las reglas que regulan el lenguaje a través del cual nos comunicamos. Nos liberaríamos, de esta forma, de todas esas frases que hemos aprendido y que en realidad esclerotizan nuestro cerebro, en la medida en que expresiones pobres son formulaciones que se enquistan en nuestra mente en forma de ideas simples y alienantes.
Me da la impresión de que reinaría un auténtico caos si las normas a las que nos agarramos frecuentemente desaparecieran durante un día. Y que cada uno se mostraría realmente como es.
Aunque, pensándolo bien, el hecho de que muchos aceptemos casi siempre las reglas máximas de "la explotación del hombre por el hombre" y "el egoísmo que repercute en beneficios comunes" que reinan hoy día ya dice muchísimo de como debemos de ser.
Igual es que lo que necesitamos son más reglas, más normas morales y éticas que asumamos de una vez para dejar de hacer este ridículo corporativo que protagonizamos día a día. Lo que nos lleva al debate libertad contra tiranía. ¿Aceptaríais una dictadura de lo digno, o un reino de libertad para poder destruirlo todo? ¿Una respuesta difícil o una pregunta con trampa?
3 comentarios:
Yo me conformo con que me dejen dormir.
Que hemos llegado a los 100.000, hoyga.
Por preferir prefiero la libertad. Siempre y cuando destruirlo todo signifique ir cambiando y reformando las reglas con la velocidad que acepte la mentalidad del pueblo.
Usease tal y como lo has dicho, ni o uno, ni lo otro.
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