domingo, 26 de julio de 2009

El error de comparar: "los demás lo pasan mejor"

Es curioso cómo cuando tenemos algún problema o nuestro estado de ánimo no es el mejor, caemos en el error de compararnos momentáneamente con los demás, como si nos enfrentáramos a un ente plano.

Por ejemplo, al estar en una discoteca, y no estar pasándolo precisamente bien -por la razón que sea- entramos en una dialéctica de yo contra ellos, como la siguiente: todos lo están pasando de puta madre, menos yo, que estoy amargado. Este ejercicio, que es una especie de comprobación compulsiva y poco racional, nos deja, por supuesto, en una peor posición que la de partida. ¿Qué ganamos con ello?


Los demás son felices, se dice uno en ese momento, con el objeto, quizá, de devengar cierta compasión, un mecanismo que suele suponer una enorme pérdida de tiempo.


Craso error: el ente al que enfrentamos nuestro lamentable estado se encuentra compuesto por distintas almas cuyas vidas están pobladas de circunstancias que no alcanzamos ni a imaginar. No existe el "ellos" o el "los demás" si queremos hablar de algo con visos de realidad.


Otra cosa es la imagen y la apariencia en una discoteca o reunión de sociedad, en las que la sonrisa parece una marca impuesta. De eso hemos hablado en otras ocasiones. Normalmente las personas queremos dar una imagen fuerte y positiva de nosotros mismos: no somos más que productos en un mercado de compra-venta cuyo funcionamiento no cesa en ningún instante.


No se trata, ni mucho menos, de caer en el enfermizo recurso del infeliz: buscar a otros en peor situación para así fortalecerse. Pero tampoco de recaer demasiado en este falaz tópico: ni uno está tan mal, ni los demás son un todo que se sonríe. Los casos, igual que el propio, se tratan de uno en uno. Y ya vendrán mejores tiempos.


*No tengo pretensiones de manual de autoayuda. La presente es una reflexión más sobre el comportamiento del individuo frente a las masas. Gracias por leerla.

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