sábado, 12 de septiembre de 2009

¿Por qué tanta insistencia en el tiempo?


Desde hace bastante sigo con atención el tiempo meteorológico. Y no porque sea un obseso -que también, y con mucho-, sino porque percibo que las estaciones son perfectos escenarios en los que se desarrolla la comedia, la tragedia, el drama o, sobre todo, la anodina serie de acontecimientos que constituye nuestras vidas.


Ahora llega otoño y veremos nubes grises, más oscuras, casi negras. Cualquiera puede levantarse un día y lamentar que no salga el sol, pero este lamento ya es en sí un sentimiento que se puede volcar al papel, o bien una circunstancia que tener en cuenta al analizar lo que suceda esa jornada.
Por ejemplo, esos nubarrones que no sueltan lluvia frustran notablemente nuestras aspiraciones animales y humanas; ese día en particular puede vernos fracasar en algunas tareas, o vernos decepcionados en determinadas expectativas.


No es culpa del día en sus características físicas y climatológicas, pero lo que nos haya pasado mantendrá para siempre ese fondo oscuro, ese croma antipático que siempre reviviremos cuando recordemos por qué no lo hicimos de otro modo en aquella ocasión. Por tanto, aunque lo que ocurra no nos guste, quedaremos envueltos por la atmósfera de la jornada y en cierto modo seremos, durante el tiempo en que esta se desarrolle, una criatura surgida, exudada del lienzo que se componga para la ocasión.


No es bonito que nos llueva si no vamos preparados, pero es una señal de que sentimos lo que pasa en nuestro exterior, de que salimos, de vez en cuando, del yo-yo-yo en que sumimos nuestra cotidianeidad.
Cuando vamos a los museos admiramos determinados cuadros que describen la naturaleza y, a través de esa exposición, nos transmiten una serie de sentimientos que el autor quiere comunicarnos. Pasamos por alto que diariamente tenemos la oportunidad de contemplar numerosísimos cuadros y asignarles el significado que queramos, en función de nuestras circunstancias.


Dejemos a las nubes en paz este otoño. No las insultemos: son mucho más que eso.

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