jueves, 5 de noviembre de 2009

Cobertura

Me he sorprendido hoy, yendo en el metro de Madrid, cuando, al pasar varias paradas y perdida la cobertura de los móviles, la novela que leía seguía despidiendo información y tramas.

Es una suerte que haya todavía libros que no pierden la cobertura al penetrar el metropolitano en la selva subterránea de la gran ciudad.

Al mismo tiempo, he pensado que muchos libros abiertos despiden una información que no nos apetece recibir; es como si la cobertura la cediéramos nosotros. En esos casos, no nos hace falta ir en metro o estar lejos de los repetidores. Nos ha pasado estudiando, repasando, o haciendo esfuerzos para culminar algo que no nos apetecía.

A veces las relaciones personales pierden la cobertura. No ha pasado nada, pero de pronto lo que antes brillaba pierde color. Y se muere, o se transforma. Hay que moverse o reprogramarse, con la esperanza de que el milagro se vuelva a producir. Muchas veces ocurre.

La gente da muchas vueltas a estos asuntos y hay hasta psicólogos especializados en ello. Simplemente es que a veces, como a los móviles, se nos va la cobertura.

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