domingo, 1 de noviembre de 2009

Sobre la situación del PP


Normalmente estoy en contra de opinar sobre los "asuntos en boga". Los medios de comunicación, en coalición con los políticos y esa peculiar especie que constituyen los "tertulianos", deciden una serie de asuntos a la semana que acaban siendo los reinantes. Esto permite que no nos hagamos preguntas incómodas durante esos días y que sigamos como borregos los dictados. Opinamos libremente, pero nos pronunciamos solo sobre lo que se nos impone desde arriba.

Y dicho esto, voy a hacer precisamente lo contrario de lo que predico: hablar de la "crisis del PP".


Es jodido llevar casi seis años en la oposición, y mucho más cuando el que gobierna es un presidente como Rodríguez Zapatero. Rajoy acumula ya dos derrotas consecutivas y mantiene el partido en un delicado o falso equilibrio que amenaza con quebrarse casi todas las semanas.


Los medios están dramatizando mucho, pero es que en realidad la situación está jodida.


El primer eje de conflicto lo tiene Rajoy en la "operación Gürtel" o Correa en alemán, suerte de infección que se ha contagiado prácticamente por todo el tejido nacional en el que los populares tienen gobiernos regionales. Gürtel afecta al tesorero, Luis Bárcenas, de un partido que ya consiguió evitar que un caso algo menor, "Naseiro", acabase con la promoción de José María Aznar en los años 90.


Pero en la actualidad no va a ser así: con 12.000 folios de sumario, el presidente Camps, valedor de Rajoy, está ya algo más que en la cuerda floja. La suerte de este y de Bárcenas dejarían muy debilitado al presidente y, en realidad, a todo ese espíritu de "regeneración democrática" abanderado por Aznar -y su guionista y "Merlín" Pedro J.- para derrotar a Felipe González. Desde Agag, Mato, Pons, decenas de alcaldes, la "lideresa" Aguirre y los que quedan por salir, la corrupción se ha convertido en el segundo apellido del PP.


Pero no solo es eso: Rajoy sufre por las "baronías" de su partido: líderes regionales consolidados que se han vuelto poco menos que nacionalistas. De esta forma, Aguirre, Feijoo, Valcárcel o Arenas, entre otros, chocan en silencio en un movimiento de placas tectónicas fatal para un partido, el PP, paradójicamente españolista y heredero de esa "unidad de destino" joseantoniana tan propia del antiguo partido único, ahora no tan único.


Tenemos, por tanto, una crisis de partido en la oposición, lacerante corrupción -a la que añadimos el "caso Baleares" y multitud de alcaldías más-, un problema político en Navarra, choques entre barones y, para colmo, un ex presidente, Aznar, al que cada vez le conviene más esta situación. "Sin mí no sois nada", se regocija el sustituto español de Chaplin en El gran dictador viendo como su pupilo elegido a dedo, Mariano, se enfrentará este martes a un "supermartes": haga lo que haga, todo irá a peor. Quien no vale, no vale. La derecha es cosa de hombres, y Mariano Rajoy no se está comportando como ese macho ibérico, feucho pero "con un par", que los liberal-falanjoconservadores anhelan a cada hora. Lo dicho: veremos qué pasa mañana.

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