martes, 26 de enero de 2010

Sobre ser normal en un mundo que no es normal

Decía, con razón, Herbert Marcuse, que "es muy difícil ser normal en un mundo que no es normal". El filósofo y pensador alemán afirmaba esto al tiempo que comprobaba cómo el mundo occidental, poco antes de los setenta, había alcanzado un nivel de riqueza tal que el trabajo humano se había convertido ya en innecesario. Desde entonces para acá, no hemos hecho otra cosa que trabajar y bien presentes tenemos los resultados.

Continuamente nos vemos forzados a integrarnos en estructuras que se convierten en un apretado y ceñido uniforme en el que tenemos que movernos. Los más conservadores y funcionalistas nos dirán que de otra forma sería imposible caminar hacia delante, pero lo cierto es que la socialización se produce a base de sanciones positivas y negativas, reforzamientos o represiones de nuestras dimensiones más instintivas.

De este modo, el "sentido común" acaba determinando aquellas cosas que pueden hacerse, con una penalización para el desvío. Serás considerado extraño, raro, repelente o, peor, un loco, si no cumples con las reglas dictadas "para evitar el mal mayor", a saber, que todos hiciéramos todo lo que nos diese la gana y acabáramos por destruir la sociedad.

La interacción deviene, por tanto, en un proceso violento de intercambio de significados y lucha por la imposición de nuestras ideas. Nuestro "espontáneo" comportamiento resulta de la mejor calculada teoría de juegos, aprendida desde la infancia. Nada es involuntario.

No quiero decir ni mucho menos que vayamos, en nuestra vida cotidiana, con un manual o una libreta, pero podríamos a veces pararnos a pensar todas las barreras y cheques en blanco que firmamos en nuestra libre interacción. Nos sorprenderíamos de las cesiones que hacemos.

2 comentarios:

Laura dijo...

Hasta la rebeldía está planificada. Aceptamos ya que estamos viviendo en El Gran Hermano?? Menos mal que siempre llevo conmigo mi navaja suiza,vaya a ser que en el trayecto en bus se me ocurra cortarme las venas.
Tengo que estar de acuerdo, pero no quiero.

Clipo dijo...

Aquí has atacado donde más duele: a los que se creen muy libres y "lokillos" (homenaje a "Un año sin botellón"). Un saludo, rubia.