domingo, 7 de marzo de 2010

Los ‘23-F bursátiles’

“El Gobierno, por fin, se ha puesto las pilas y va a hacer las reformas necesarias”, confirman los portavoces de lo que Galbraith denominó la “sabiduría convencional”, o el conjunto de ideas que a los cuentan con los recursos necesarios para regir nuestros destinos les gusta que prevalezcan y hagan más fácil nuestra convivencia. ‘Superestructura’, para Marx, ‘hegemonía’ para Gramsci.

Convendría prestar atención al proceso que ha mediado para que el Gobierno anuncie un retraso en la edad de jubilación, un plan de austeridad en el gasto público y una reforma laboral que promete acabar con las rigideces disfuncionales de nuestro mercado de trabajo, con muchas probabilidades de que los trabajadores tengamos que hacer alguna que otra nueva concesión.

El jueves, 4 de febrero, los especuladores vendieron en masa títulos españoles. Periódicos como ‘Financial Times’, ‘The Economist’ o ‘Wall Street Journal’ llevaban semanas y meses ‘advirtiendo’ del peligro del endeudamiento español, de la mala calidad de la deuda pública. Intelectuales como Nouriel Roubini o Paul Krugman reflexionaban sobre el difícil papel de España en la Zona Euro. El primero de estos dos alcanzó a comparar la situación española con la griega en el Foro de Davos. Quedaban horas para el ‘crash’.

Una espiral de miedo colectivo similar a un ataque de ansiedad en un organismo humano recorrió Europa. El simulacro se había impuesto a la realidad, eclipsándola como pudo observar en su momento Jean Baudrillard. Cierto es que la economía española se encuentra en una situación muy difícil, pero esta cascada de predicciones oscuras la precipitaron ficticia y temporalmente a un estado de coma: algunos ya veían venir una crisis de solvencia, una suspensión de pagos… Solo faltó un ofrecimiento ‘voluntario’ del FMI que, como la muerte con su guadaña, promete segar la vida de aquel por cuya casa ronda... El simulacro y la realidad eclipsada y ‘devorada’ por este, se habrían producido de este modo completamente. Tuvimos suerte.

La visita de la Ministra Salgado a la propia sede del FT –asomándose a la cueva del monstruo- y los posteriores anuncios gubernamentales parecen haber aplacado la gravedad de la situación. Pero no ocultan otra realidad: los procesos democráticos, las decisiones soberanas que toman unos dirigentes elegidos por los votantes en las elecciones legislativas, están siendo fuertemente influidos e incluso determinados por organismos en ningún momento sujetos a control democrático. ¿O acaso podemos votar en el Consejo Editorial de The Economist, en el bufete de George Soros, en el Consejo de Administración de Goldman Sachs o en el propio Banco Central Europeo?

Si la salida de la crisis supone un efecto llamada a los fondos de pensiones privados, a la desprotección del factor trabajo a favor del capital, financiero y desregulado, a la asimilación sin discusión de los postulados panfletarios de los órganos del pensamiento más liberal, pasaremos a una situación de Estados de excepción constantes en el parqué, suerte de ‘23-F’ exitosos que acabarán volviendo cada Gobierno ‘pragmático’ y del mismo color. Y las tormentas serán cada vez más frecuentes. Y ‘perfectas’.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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