jueves, 26 de agosto de 2010

El calor y los consejos técnicos


Hoy hace mucho calor. Mucho. Y habrá momentos del día en que podrás darte cuenta de ello, como al despertar, entregado a tu propio sudor, reflejando que incluso durante el sueño has hecho un notable esfuerzo, una plusvalía que no se sabe muy bien a dónde va, pero de la que seguro que algún ente se habrá apropiado.

Pero esa es otra historia. Conviene en esta entrada centrarnos en cómo tratan los medios de comunicación este fenómeno climatológico tan anómalo en la segunda mitad del mes de agosto, en un país del sur de Europa.

"Una ola de calor azota España (...) Los termómetros superan los cuarenta grados en diversos puntos (...) Alerta naranja en muchas provincias de la península (...)"

"Es importante que vayan por la sombra (...) Beban mucha agua (...) No realicen ejercicio físico en las horas puntas"

De las noticias ensambladas sobre el calor, lo mejor son estos consejos tan originales que nos ayudan a llegar al final del día.

Porque a nadie se le ocurre que beber agua pueda ser una solución cuando, al despertar y notar la garganta seca y desértica, nos dirigimos a la nevera, en la que guardamos esa agua del grifo que fría parece salida de un manantial lujurioso. Y de la que siempre, por impulso, bebemos más de la que necesitábamos, 'embuchándonos', como decimos en Málaga.

Si no fuera por los noticieros, los ancianitos de la Córdoba septentrional caminarían después de la hora de comer por las aceras en las que pegara más el sol, para fallecer al borde de las carreteras, cual cetáceos que fenecen cerca de las orillas de las playas.

Y los atletas que buscan purgar las energías negativas saldrían a hacer su maratón a la una de la tarde, infartándose pocas horas después, probablemente ya con las cámaras televisivas retransmitiendo la aguda muerte y el último jadeo del campeón español que pudo ser.

A poco más se aventuran los diversos telediarios, que repiten la misma pieza elaborada dos semanas antes, con otros protagonistas. "Sí, es verdad, hace mucho calor", dice la señora gorda a la cámara, mientras se protege la cabeza con una bolsa de cartón, dejando las de plástico para la lluvia otoñal. "Yo me lo paso pipa", afirma al periodista un caballero con un solo diente, emanado de una cueva de la España profunda, que está jugando a mojar a sus sobrinos con una manguera.

Quizá lo más ridículo no sea que se seleccione como interlocutores al 'lumpenproletariat', los únicos que a estas alturas quieren salir en esa apoteosis de la mentecatez que son los noticieros; lo peor es el pretendido papel de los expertos, que repiten los sabios consejos: "La temperatura es muy alta y se puede sufrir un golpe de calor, los servicios de urgencias están muy activos estos días".

Es una forma de decir que hará un calor que te mueres, sin exagerar. Pero para eso, quizá, no hacía falta tanto despliegue. La cuestión es de qué se puede hablar estos días, y si hay algo más allá del calor, del exceso de tiempo libre no elegido, esto es, del paro y de que las máquinas no necesitan ya a tanta gente para seguir reportando los mismos beneficios. O más. Estas máquinas también dan mucho calor.

Vayamos por la sombra y esquivemos los cadáveres, que seguirán calientes unos días. Por el calor, claro.

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