viernes, 6 de abril de 2012

Suicidios revolucionarios

La historia del suicida griego, harto del empobrecimiento que está viviendo la mayoría de los ciudadanos de su país y, sobre todo, de su situación personal, resulta conmovedora si nos viene bien narrada por un redactor de los diarios por los que nos informamos.

No obstante, deberíamos tratar de guardar una cierta distancia, y mantener nuestras emociones cubiertas de los contenidos de ficción que emiten los principales medios de comunicación social.

Estos intermediarios se han centrado en uno de los suicidios que se producen diariamente en Europa y, probablemente, en el más atractivo de estos: supone, como dicen muchos periodistas en sus redacciones, una interesante "historia".

Los reporteros-loro ahora dirán que se trata de "la chispa que enciende la mecha de la protesta griega". Y puede que sea así, pero no deberíamos dejarnos llevar por una narrativa tan cinematográfica y simplista. La "revolución" árabe nos aburre ahora porque ya no nos la ponen en pantalla: hemos guardado las palomitas para la siguiente sesión.

El suicidio del jubilado empobrecido es una señal amplificada de lo que está sucediendo en un país deprimido económicamente. Es posible que se produzcan importantes cambios en las próximas fechas. Pero deberíamos tratar de verlo por nosotros mismos, sin tanta pasión dictada, porque un día leeremos otra historia que nos diga lo contrario y que también nos hará pensar: Marta del Castillo, crímenes inhumanos, catástrofes "humanitarias".

Cuando los medios están en manos de los mismos que lo tienen todo no podemos sucumbir a tomar la realidad por ficción y a disfrutarla de manera tan ingenua. En Grecia están pasando cosas, pero no nos las van a contar ellos. Informarse cuesta.

Pd. Ojalá que Grecia estalle y dé una lección islandesa al mundo. Entretanto conviene debatirlo todo, hasta lo que ocurre "delante de nuestras narices". Porque una imagen no siempre vale más que mil palabras...

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