Todo lo bueno se acaba, y llegó el momento de irse a casa. Se siente uno como en la película "Mary Poppins", cuando los protagonistas dejaban de divertirse y caían del techo, sorprendidos negativamente por la fuerza de la gravedad (la realidad, siempre la realidad).
La realidad implacable que te pone horarios y restricciones que no necesitas para hacerlo bien. Que colocó a Freud junto a Marilyn Monroe en el estante del pop y que se yergue, arrogante, ante el estúpido que la desafía.
Debajo de la realidad está la playa. Seguro, pero no hay que demostrarlo.
No hay que demostrarlo todo, no.
Tenía que haberme hecho deshollinador, para buscar a Mary.
3 comentarios:
Sin la cruda realidad, los momentos de fantasía no serían tan maravillosos...
Lo peor es fantasear con una realidad mejor. Podríamos tener una realidad mejor y fantasear con otras cosas :)
Además, a mí la realidad me gusta bastante hecha.
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