viernes, 8 de marzo de 2013

Mis locas aventuras francesas (IV)

El McDonald´s tiene una naturaleza paradójica. Es rápido y fiable: sabes lo que te vas a comer y que no vas a tener grandes complicaciones. Lo mejor para quien no habla un idioma. Con tener dinero es suficiente. La libertad que da poder pagar es una de las ideas principales del liberalismo anglosajón. No dibuja un mundo perfecto pero, al menos, después de ingerir la hamburguesa que te toca, te puedes sentar un rato a escribir sin que nadie te moleste. En fin, el bienestar es también es una idea construida... Y está bastante limpio.

Porque, ¿a quién le puede importar que chupes el Wi-Fi del McDonald´s? ¿A las empleadas? ¿A Ronald McDonald? ¿Al guardia de seguridad? Bueno, a ese probablemente sí, pues, al pertenecer a las fuerzas del mal, está interesado en hacer todo lo posible por demostrar quién manda. Como un niño pequeño con músculos prestados, el segurata ya me ha lanzado un par de miradas de "a mi lado no eres nada". Aun así, sigo vivo y escribiendo esta actualización. McDonald, la cadena de montaje de nuestro sentido del gusto, patrocina esta entrada de blogger.

Combatientes de Dios, el francés y los investigadores

La semana que viene comienzan las clases de nuevo y los siervos de Alá no se organizan. Siguen enganchados al kebab y no me hacen caso. Claro que al no hablar árabe ni francés todo es un poco más difícil. Espero que estas semanas podamos ponernos de acuerdo (ver entrada anterior) y les demos una buena tunda a las hordas maoístas del acné universitario.

Por otra parte, el no ir rodeado de los soldados de Dios me produce una sensación de inseguridad añadida. La verdad es que han sido ya varios los negros y árabes que me han dicho cosas por la calle y no probablemente relacionadas con mi estilo caminando o mi manera de manipular el móvil. Ellos sabrán, pero a mí me mantiene inquieto. Creo que voy a tener que ir a la Mezquita a hablar de este asunto.

No hablar el idioma produce una gran impotencia. No te puedes expresar, y reproduces continuamente aquel sketch de Tip y Coll con el vaso de agua. Me cago en la puta. Lo único que hago bien es pagar, pero no me sale una sola frase. Un romance con una francesa sería de cine mudo, simple y directo, sin toda esa cantidad de palabras al uso que utilizamos para no decir lo que sentimos o lo que tememos que ocurra. Todos los romances tendrían que producirse en lenguas cambiadas, para que no tuviéramos cartas bajo la manga ni pudiéramos mentir. Nos mostraríamos torpes pero auténticos, las bajas defensas nos obligarían a aparecer como realmente somos. Creo que voy a tirar el curso Larousse a la basura. Por el amor en abstracto.

He conocido a otros investigadores que están también por el campus. No investigan crímenes ni nada por el estilo, sino cosas que no se pueden tocar, como los matrimonios de parejas del mismo sexo, las redes de amigos en el extranjero, etc. Un día tendría que leerse una tesis doctoral sobre, por ejemplo, el asesinato del hermano del Borbón cuando era pequeño. De la nota final se derivarían consecuencias judiciales para nuestro monarca. En fin, sueños que tengo.

El caso es que el aislamiento personal y lingüístico favorece enormemente el estudio. Pero al final me siento como empastado, todo se repite y no avanzo. Necesito viajar. Perpignan está cerca, Marsella también. Solo me falta ver lo de los trenes y, si pudiera ser, tener algún compañero de viaje. Veremos.

Sobre Chávez

Se ha muerto. Parece claro y la gente no lo ha discutido. Los diarios y las noticias nos emplazan a tomar partido: o "me gusta" o "no me gusta". Revolucionario o caudillo dictatorial. Populista-demagogo o liberador antiimperialista. La cuestión es no hacer ningún tipo de esfuerzo mental. Es fácil desear para los venezolanos lo que no tenemos que vivir en nuestro país. Y también resulta sencillo hacer seguidismo de la mayoría de los medios y decir que se trataba de un dirigente autoritario que cerraba radios y oprimía a la clase media.

Lo de menos es la realidad. A la gente le da igual si lo ha hecho bien o mal. Lo que cuenta es el mito, el símbolo, el pin. En la sociedad del espectáculo lo más importante es que Chávez es una mezcla de iconos: para algunos, el "Chivo" de Vargas Llosa; para otros, un Allende envalentonado y exitoso con las urnas. Para los demás, un idiota con canal de televisión propio. Algo en lo que creer. Una esperanza que preferimos no comprobar. Una montaña de datos sobre reducción de la pobreza, pero con una bomba de inflación y deuda para el que venga a continuación. Ojalá lo próximo que tengan sea una combinación de lo bueno del pasado y de lo mejor que puedan traer los del futuro. Por los venezolanos, que son los que lo van a tener que aguantar, al fin y al cabo.

Y aquí lo dejamos por hoy.

Lo dejamos por hoy porque es viernes y hay menos lectores. Los anunciantes, por cierto, están muy contentos, suben las ventas gracias al blog. Au revoir.

No hay comentarios: