Habría que calcular el tanto por ciento de gente que ha lamentado la muerte de José Luis Sampedro sin haber leído ninguna obra de este autor. Estaría bien conocer este dato, porque nos diría bastante de la necesidad de liderazgos y de mitos en la coyuntura que estamos viviendo.
Sampedro constituía un referente conocido pero, en la actualidad y para muchos, un sabio de frases cortas compartidas por Facebook o escuchadas por Youtube (el que escribe esto, el primero). Aspiramos a una sabiduría instantánea, que todavía no se ha inventado, pero que buscamos en una era en la que el que no tiene tres ventanas abiertas no se sabe qué demonios hace...
Casi al mismo tiempo, ha fallecido Margaret Thatcher, la Primera Ministra británica que, en resumen, lideró la transición comercial y tecnológico-productiva del Reino Unido a la era de la globalización avanzada. Donde el sabio soñador solo emana virtudes, la presidenta decidida se nos presenta como uno de esos ogros que pusieron fin a la bella etapa del estado del bienestar en Europa, y que tendrían que responsabilizarse, en buena parte, de lo que nos está pasando hoy día.
Vivimos y conocemos a base de simplificaciones y de mitos, pero quizá a estos atajos les debamos la vida. Y comprendemos la Historia y las historias como cuentos cuya resolución pasa por la derrota del malo a manos del bueno. Lo que nos lleva a que si la situación actual no es agradable, es porque existe alguien a quien responsabilizar.
Actualización a actualización, vamos enterrando el Siglo XX. Un ritual en el que estos personajes corren el peligro de convertirse en iconos pop, oscureciendo las ideas que los convirtieron en relevantes. La prisa no es buena consejera, a pesar de que, hoy por hoy, todo se pueda hacer en un click. Quizá ahí esté la trampa. Descansen en paz, cada uno a su manera.
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