De momento, tenemos estas dos noticias: la píldora del día después, sin receta médica, en las farmacias, y la reforma de la Ley del Aborto.
Ambas modificaciones legales suponen la ampliación de una serie de derechos para los sujetos que se ven afectados. Para que quede claro: no imponen nada a ningún colectivo, sino que amplían el rango de posibilidades de acción que tienen las personas, a las que se dirige el cambio de la ley, principalmente -si no hay sorpresas de última hora-, a las mujeres.
Parece que lo que se espera de uno es una opinión categórica e inmediata sobre un fenómeno social que puede constar de innumerables variables. Respecto de la píldora, en principio, y conociendo a este Ejecutivo, me parece una medida electoralista, representante, además, de una nueva ideología contenida en los textos de Educación para la Ciudadanía y propagada desde 2004 desde distintas tribunas oficiales: un progresismo light o neoprogresismo, tendente a mantener el estatu quo en la base y modificar atrevidamente la superestructura o estructura cultural de la sociedad española, con claros intereses a la hora de captar ciertas bolsas de votantes.
De esta forma, medidas adecuadas, como el matrimonio homosexual, se combinan con otras más polémicas, como la Ley de Igualdad, que incorpora la paridad como dudoso mecanismo de corrección de los equilibrios entre géneros, así como la creación del Ministerio de Igualdad (de género, supongo), suerte de perro de presa destinado a excitar las pasiones más oscuras de esa extrema derecha, que en tantas ocasiones nos ha hecho desviar el voto al PSOE con respecto a otras alternativas más transformadoras.
Quizá el hecho de que ambos partidos, PP y PSOE, compartan casi el mismo modelo económico, les lleva a este tipo de esfuerzos competitivos y publicitarios. En ocasiones, benefician al ciudadano, pero, en otras, se les ve claramente el plumero.
La reforma de la Ley del Aborto merece una reflexión más amplia: ¿es peligroso que las jóvenes de 16 años puedan abortar? A bote pronto, desconfío de este apartado, pero, de nuevo, nos encontramos con múltiples variables. A saber. Os dejo que lancéis los primeros dardos.
4 comentarios:
Si, sin duda. Es peligroso que una niña de 16 años pueda abortar sin
consultarlo con un adulto, porque aunque hay jóvenes muy responsables a esa edad, también hay muchísimas chicas absolutamente desmadradas e inconscientes.
Facilitar ese trámite puede llevar a un número abusivo y descontrolado de abortos en una misma persona. Si desaparece el miedo a quedarte embarazada, desaparece también la necesidad de utilizar protección en tus relaciones sexuales y eso es peligrosísimo.
No estoy en contra del aborto, todo lo contrario, pero no es un juego ni niguna tontería. Se trata de una decisión importante. Puede ser una experiencia muy traumática e incluso peligrosa, por lo que es necesaria una supervisión paterna.
De nuevo, volvemos a la peligrosa polarización: ni sí, ni no, sino miles de matices. A ver cómo aclaramos todo esto.
(Fdo. Andrés V. desde fuera de su casa).
No entiendo como no se deja votar a una persona con 16 años y en cambio si se le deja abortar.
Es un tema delicado, y tiene muchas lecturas. En mi opinión habría que profundizar en la educación sexual, empezando en el núcleo familiar, y con el apoyo de las instituciones de enseñanza, y otras redes sociales. Desarrollar una conciencia responsable y saludable de las relaciones sexuales, en un marco de confianza, sin tapujos.
La píldora del día después tal vez sea una solución menos traumática que el aborto en sí, pero la prevención mediante métodos anticonceptivos eficaces junto con una adecuada educación sexual debería ser la clave para evitar los embarazos no deseados.
Habría que generar un clima de confianza entre padres e hijos (me refiero aquí especialmente a los menores), para que éstos no dudaran en acudir a ellos en caso de necesidad, y lo puedan hacer con la mayor naturalidad del mundo. Hay que formar e informar adecuadamente de los riesgos para la salud que conlleva la píldora del día después, y dejar claro que debería ser la última opción: cuando el método aplicado ha sufrido una merma en su eficacia (ej. rotura accidental de un preservativo), o existen dudas manifiestas acerca de la misma.
Insisto en que la educación debe ser la pieza clave para un uso adecuado y controlado de la píldora del día después. El que los menores puedan acudir a una farmacia a comprarla bajo su responsabilidad, no implica que padres, tutores, médicos, farmacéuticos y en última instancia la propia administración no ejerzan su papel de formadores. Si el menor considera que no encuentra el suficiente apoyo en el seno de la familia, debe contar con otros agentes sociales que le guien en esta cuestión. Por otro lado, por culpa de este miedo a comunicar la situación de embarzo a los padres, a menudo se retrasa la toma de decisión (en el caso de querer interrumpir el embarazo) hasta períodos de tiempo que acaban comportando mayores riesgos para la salud del menor.
No entraré a valorar si la medida es electoralista o no, pero no la considero inadecuada siempre y cuando vaya acompañada de la formación correspondiente para un uso (que no abuso) responsable.
A.C.
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