martes, 7 de julio de 2009

Michael Jackson sigue vivo

Mientras escribo estas líneas tienen lugar los fastos del funeral de la estrella Michael Jackson. Un cantante blanco -como lo definían en tono de sorna los de Gomaespuma- que, antes de su fallecimiento, se encontraba más que desaparecido musical y artísticamente.

No somos pocos los que pensamos que, con su muerte, Jackson ha pasado a estar un poco más vivo; al menos, ha conseguido marcar la agenda: las canciones del artista se repiten en las emisoras musicales y en las generalistas y todo el mundo recuerda, sobre todo, aquello que le ligaba al cantante y, mucho menos, las miserias que lo acabaron convirtiendo en un personaje un tanto oscuro.

Dicen que no hay nada como morirse, y es posible que a Michael Jackson le haya venido relativamente bien. Por esa regla de tres, de haber sucedido hace quince años, la jugada le habría venido redonda, pues habría evitado buena parte de los escándalos que acabaron por perjudicar su figura.

Lo que sí está claro es que una muerte ha provocado la visibilidad de un personaje que para muchos estaba ya más que olvidado; muere físicamente pero renace en su aspecto musical o artístico: ¿Merece la pena el esfuerzo? Dicen que las estrellas brillan durante años y años aunque lleven ya tiempo desaparecidas. No estamos ante el mismo caso, pero estoy seguro de que hoy muchos añoran a quien tenían, en vida, más que olvidado.

Me perdonan la frivolidad, pero la superestructura cultural de los ochenta no es que fuera precisamente existencialista...

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