jueves, 3 de diciembre de 2009

Viendo la tele

Hacía tiempo que no entraba en contacto con lo que es la tele y, la verdad, me había olvidado de cómo eran las cosas. Ahora tengo la oportunidad de ver muchas imágenes de algunas de las televisiones privadas con más audiencia y veo que todo sigue igual.

Diría que incluso peor, pero no quiero tampoco repetir la eterna cantinela del pesimismo como autocomplacencia.

Observo cómo en un partido de fútbol: Austria de Viena - Athletic de Bilbao, unos energúmenos de extrema derecha -también se puede ser un salvaje si votas al PSOE o a CiU- toman el campo al tiempo que conforman una especie de escuadra de combate. El locutor lamenta lo sucedido pero al mismo tiempo continúa retransmitiendo lo que viene a ser un espectáculo sustitutivo: la violencia inherente a la lucha salvaje contra el otro -propia del fútbol- ha tomado el campo en plena competición.

Como novedad, la televisión está mostrando la verdad. Los ultras representan a los ministros de la barbarie, pero un salvajismo oculto y que evoluciona lentamente en el Parlamento. Los extremistas son las ratas de la cloaca: cuando se pasean libremente por la calle es que la mugre campa por lo ancho en los interiores.

Y los interiores están llenos.

Es una pena contar con tantos recursos para comunicarnos cuando empleamos el dinero en todo lo contrario. La caja tonta sigue mostrando un montón de chicas guapísimas infladas a base de botox. Las demás también existen.

Cómo echo de menos la carta de ajuste. Qué sabia era.

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