lunes, 29 de marzo de 2010

Una generación, en cuestión (VI)

La gran trampa, en nuestra adolescencia, es caer en lo cuantitativo. La tendencia de nuestra sociedad a la cosificación termina por acabar con lo cualitativo en favor de lo cuantitativo. Por ello, llega un momento en que si no tienes tantas televisiones, no te has ligado a tantas tías o no has perdido la virginidad en tal momento, vales menos.

Y eso para el adolescente es vital.

Como vital es elegir una carrera universitaria. Y ahí se puede presentar otro gran error. Tienes una nota media altísima y no sabes qué elegir. Tus padres te darán una opción: 'haz una ingeniería, que es lo que tiene salidas y además eres muy listo'. Muchos, de este modo, se dejan llevar por lo cuantitativo y no se preguntan realmente lo que quieren hacer. Pero hay casos peores, de estudiantes que eligen fisioterapia porque es la carrera con la nota media más alta, pensando que eso les asegura poco menos que el maná. No sé si ahora mismo estarán pensando como cuando eligieron...

Pero, fuera de exageraciones, lo cuantitativo pesa sobre lo realmente importante en nuestra elección: nota de corte, cantidad de salidas, probabilidad de empleo, número de horas de estudio... Me considero un hijo de lo cuantitativo: en mi caso hice un determinado cálculo que me dejó en Económicas, o, mejor dicho, en mitad de segundo de Económicas, pues hasta entonces no me pregunté sobre lo que había hecho.

Acto seguido decidí dejar la carrera para acto seguido retomarla. El lapso pudo ser de media hora... cada dos días. Como me da mucho coraje dejar las cosas empezadas, la terminé. Luego tuve la oportunidad de estudiar Ciencias de la Comunicación y... 'cagarla' del todo.

El momento de 'darse cuenta' no siempre es a los veinte años. A veces sucede a los veinticinco y en otras ocasiones simplemente no sucede. ¿Te arrepientes de tu 'vocación'? ¿Ahorcarías al cura, monja o profesor que te la inculcó o descubrió?

No hay comentarios: