domingo, 27 de febrero de 2011

De arroyos que no llevan agua

El Arroyo Toquero, que cruza El Limonar, en Málaga, es un río frustrado. Un espacio que se abre entre las entrañas ricas de la ciudad que solo transporta agua en caso de inundaciones. Un torrente de temporada, oportunista y, en suma, estéril. Cuando era más pequeño me asomaba a este, los días de mucha lluvia, a ver qué se contaba. Lo suyo duraba un par de días, insuficiente para ver realizado el sueño de tener un río al lado de casa. Demasiada suerte.

Por otra parte, el hecho de que estuviera siempre seco nos permitía escudriñar su supuesto curso en bicicleta. Recuerdo una ocasión en la que me acoplé en una de esas excursiones que organizaban esos híbridos de clubes-parroquias del Opus Dei. La subida fue bastante ilustrativa: varios kilómetros más arriba vimos cómo el Toquero sí tenía algo de curso. La cuestión era por qué este no llegaba a la playa para que pudiéramos verlo todos los días.

Tengo que añadir que aquel paseo no terminó del todo bien, ya que el monitor me sorprendió, embobado, mientras me fijaba en una revista erótica de la puerta de un kiosko, mientras volvíamos. "Qué asco", dijo el numerario, calándome de lleno. Aquel día tocaba Sting en la Plaza de Toros. Los del Opus lo vieron desde su azotea, pero no contaron ya conmigo. Me tentarían un par de veces más a lo largo de mi vida. Pero nada que hacer. Se les quedó la misma cara de desilusión que me pone un militante trotskista del Sindicato de Estudiantes cada vez que me ve en un mitin o movilización. Ya ni me quiere vender ese periódico tan caro y lleno de exclamaciones.

Igual mi descreimiento tiene que ver con lo frustrado de ciertas expectativas, como la de que un río de barrio pijo traiga todos los días agua y buenas noticias. Así no hay manera de hacer política.

No hay comentarios: