martes, 8 de mayo de 2012

Sobre hacer exámenes todo el tiempo

Hace tiempo que Jean Claude Millner publicó "La política de las cosas". En este ensayo, el psicoanalista lacaniano desgrana la sociedad neurótica actual y define el concepto de "evaluadores". Si algo queda claro en este breve libro es la idea de que estamos continuamente haciendo exámenes: nuestros padres, la escuela con las pruebas más explícitas -quizá las únicas de fiar porque son las que nos anuncian con tiempo- pero, después, todo tipo de elemento, desde miembros de la Iglesia hasta los propios psicólogos que, ocupados teóricamente de sanar nuestras zonas erróneas*, pueden acabar convirtiéndose en otro obstáculo más que salvar en el día a día.

Una sociedad de evaluadores trata a las personas como menores de edad: de ahí que estemos tan pendientes de las notas -y menos por aprender, que no puntúa-, que "echemos" muchos currículums, que nos miremos al espejo antes de una cita y nos preguntemos si la otra persona lo ha pasado bien... La espontaneidad y la libertad existen y son bastante amplias, pero resulta difícil esquivar esa figura del examen atropomorfizado que nos encuadra, nos cuadricula y, lo peor, en ocasiones se nos puede confundir con el sentido de la vida. Y es que, en muchas ocasiones, cuando reflexionamos sobre qué lugar ocupamos en el mundo, a lo mejor estamos pensando, sin quererlo, en términos de calificaciones.

Si queda alguna revolución pendiente, tal y como están las cosas, es la de replantearnos el sentido que tiene sacar buenas notas, y de iniciar una nueva política de las cosas, pues la vida cotidiana está totalmente ideologizada, pendiendo de una tela de araña de significados que no emos cuestionado y que terminan por tejer el guión de lo que acabamos haciendo a lo largo de nuestra vida: es mentira que todo sea espontáneo, estamos condicionados. Si estamos en la era del individualismo, la tarea heroica a realizar quizá no sea la liberación de un pueblo o una clase social, sino más bien la autoafirmación y la ruptura con el dictado. Habrá que empezar cometiendo faltas de ortografía. Yo ya llevo una.

* Tus zonas erróneas es el título de un manual de autoayuda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho. Un saludo!