domingo, 16 de diciembre de 2012

La privatización de la realidad (VII)

No parece que vaya a ponerse en marcha un remedio a este proceso temporal que hemos denominado "privatizador" en entradas anteriores.

Si todo sigue como está sucediendo a lo largo de los últimos meses y años, es posible que dentro de cierto tiempo recordemos esta etapa como la de la transición de una economía de la opulencia a otra en la que la escasez habrá ganado mucho terreno.

En realidad, la escasez es una constante en la Historia de la Economía, pero la opulencia se había erigido en el siglo pasado como suerte de nuevo paradigma. Con cierta lógica, la era de la opulencia surgió de manera explosiva y creció de manera exponencial. Y su desaparición se está produciendo de manera relativamente rápida también.

El mundo al que nos dirigimos tendrá novedades, pero también muchos rasgos del pasado: contracción del crédito bancario -soporte del crecimiento de etapas previas-, restricción exponencial del consumo, transformación de los conceptos de trabajo y empleo (en este país hay una cantidad infinita de trabajo pero muy reducida de empleo), etc. La responsabilidad personal, aquello que se erigió en los años ochenta como ideología para soportar los primeros recortes, reside ahora en adaptar actitudes, creencias y valores a la nueva situación. El fracaso en ese tipo de responsabilidad se sancionará con la anomia o los suicidios que, espectacularizados ahora por los medios de comunicación y disuasión, estamos conociendo con algunos detalles. El gobierno y las finanzas matan, nos dicen. Pero es algo más.

Vivir con menos no es vivir peor necesariamente, pues el punto de vista no será el de ahora ni el de hace cinco años con la burbuja. Las nuevas generaciones se adaptarán mejor, pues serán más flexibles para cambiar sus formas de ver la vida.

Otro rasgo que está llegando y que viene desde los años setenta es el aumento de las desigualdades. Pero se hace difícil un incremento del 100% o del 200% en este sentido, pues la cima de la pirámide estratificacional tendrá que seguir viviendo de vender bienes y servicios a los de abajo.

Por ahora hay muchas incógnitas pero sí debe quedar claro que hay que aprender a caer de pie. La actitud para protestar, para comprender, para cambiar y para aceptar determinados errores es una nueva moneda de cambio que cotizará al alza en próximas fechas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado eso de "los medios de comunicación y disuasión", no podría estar más de acuerdo con la inclusión de lo segundo.
Por otra parte, me da...digamos...mal rollo el espíritu derrotista que podría desprender esta entrada. Parece como que definitivamente tenemos que aprender a acatar. Viendo lo que escribes dudo muchísimo que sea eso a lo que te quieres referir, pero eso de las nuevas generaciones... Yo soy de las nuevas generaciones y me puedo adaptar a muchas cosas, pero jamás a que me aplasten, pero ni el Gobierno ni las empresas ni nadie. Que no digo que no lo hagan, y diariamente, a cada hora, pero soportarlo callado o gritando es otro asunto.
Aunque vuelvo a estar sumamente de acuerdo con eso de que "Vivir con menos no es vivir peor necesariamente". Vaya, como que yo llevo con esa frase como estilo de vida desde hace ya unos años.
Gran entrada de nuevo.

Edelmino Pagüero dijo...

Buenas.

Creo que, si verdaderamente vamos hacia una economía de la escasez, o sea, de escasos recursos, tendremos que adaptarnos. Si esto sucede, sucederá en gran parte para todos. Una buena parte será acatada, pero otra, la de la modificación de las preferencias y de las pautas económicas y de consumo, es una modificación bastante activa por nuestra parte.

La cuestión es que la transición hacia la economía de la escasez la lleven estos lobos, eso es otra cosa, pero parece que el destino podría ser más o menos el que se describe.

Hay mucho recorrido en este último aspecto, creo.

Gracias.

Alberto dijo...

En cualquier caso, existen casos practicos a pequeña escala de microsociedades que han conseguido, a parte de uan relativa autosuficiencia, un decrecimiento bastante mayor de lo que (desde mi inexpreto punto de vista) nos exige ni nos exigirá nunca la economía.
¿Podría pasar por eso que llaman utopía la toma de conciencia de la clase trabajadora y la organización un decrecimiento controlado y sostenible?
No lo sé. Hoy en día, y tal y como nos enseñan los medios de disuasión, las cosas que no se pueden tocar, no tienen valor...

Edelmino Pagüero dijo...

Buenas, Alberto. Sobre la clase obrera y la identidad de clase obrera, lo veo complicado: casi todo el mundo se ve de clase media y cada vez hay menos oficios "obreros".

Lo que sí veo es la posibilidad de un reagrupamiento social, cada vez con más obra cooperativa -y ahí puedes pensar desde cooperativas muy del sistema hasta todo tipo de comunas-. Creo que además se puede pensar en una transformación de las relaciones en la ciudad, en la familia y en los grupos de amigos.

Lo que no se puede tocar también es riqueza, si no, piensa en la cantidad de redes sociales que se crean y crearán de ayuda y cooperación.

Los medios de disuasión siguen funcionando y tienen mucha fuerza pero, ¿y el papel de Internet?

Creo que tenemos razones para sentirnos optimistas en cierto modo, pero claro, hay que estar atentos. Saludos.