lunes, 4 de marzo de 2013

Mis locas aventuras francesas (III)

Hasta ayer no tenía Internet. Hoy he entrado en una tienda de Orange para que me engañaran. Lo han hecho bastante bien en este sentido. La Universidad está de vacaciones y ni el restaurante, ni la lavandería, ni prácticamente nada de lo que pudiera resultar útil está abierto ni funciona.

En este punto sería fácil decir algo así como que "un país que marcha de esta manera no es raro que esté en una situación como la que atraviesa..." Pero eso sería simplista, egocéntrico y estúpido. Mi adaptación a Toulouse no puede ser un índice de la coyuntura que atraviesa el país o de sus debilidades.

Lo que sí está claro es que los franceses no son especialmente acogedores. No, tampoco es que te encuentres al típico funcionario malafollá que te amarga el día (que también). Es más bien cómo está todo diseñado. Es una malafollá estructural: precios muy altos, vocación por la lengua propia, una cierta frialdad no pretendida... El resultado es la percepción de una sociedad individualista en la que integrarse sin el idioma resulta altamente complicado.

Pero para remediar esto en parte he pensado en los chicos a los que llamaré a partir de ahora los "combatientes de Dios", y a los que me he referido en la entrada anterior. Son un grupo de islámicos que merodean cerca de la parada de metro para los que tengo pensada una misión. Creo que si les digo que los estudiantes de la Universidad -maoístas, ecologistas y feministas- son el germen del nuevo Gran Satán de Occidente, podríamos pasarlo todos un poco mejor estas semanas.

El plan es el siguiente: estos chicos y yo esperaríamos la salida de clase de los estudiantes y nos lanzaríamos literalmente a por ellos con palos y piedras -yo guardaría un segundo plano con una barba de Gandalf, para mantener el expediente limpio-. Después de la batalla comeríamos un kebab en uno de los restaurantes que estos soldados divinos frecuentan; allí reafirmaríamos la adoración al líder (yo, hasta que me echen) y preparararíamos nuevas incursiones. Para junio habremos abolido la Universidad y la carne de cerdo, con lo que nos coaligaríamos puntualmente con el movimiento vegano, tan fuerte últimamente.

Pues en esas estamos.

Pd. La narración anterior no representa una declaración de intenciones: simplemente consiste en una caricatura de la realidad con el objeto de describir de una manera propia lo sucedido durante los últimos días en la ciudad de Toulouse. Toda referencia a Dios, al movimiento vegano y a la carne de cerdo se realiza en vano pero sin la mayor intención de ofender a nadie. Este blog tampoco acepta anuncios de prostitución aunque para ofertas atractivas se ruega que consulte con el presidente y consejero delegado del mismo. 

1 comentario:

sandro dijo...

Insisto: las estancias te hacen bien.
Besos cordobeses