jueves, 12 de septiembre de 2013

Pongamos que no somos "la generación más preparada"

Nuestro modo actual de vida implica, lo queramos o no, la continua recepción de mensajes, de argumentos y de eslóganes que, en muchas ocasiones, repetimos sin dedicar demasiado tiempo a reflexionar por qué. De esta forma, nos adherimos a algunas narraciones sin cuestionarlas demasiado. Algunas veces, es lo más cómodo, otras, nos conviene hacerlo. Si la mayoría de las personas con cierto espíritu crítico tiene claro que no hemos vivido "por encima de nuestras posibilidades", convendría también prestar atención a otra idea-fuerza, la de "la generación mejor preparada".

Pasando por alto que casi nadie se ha molestado en delimitar las edades comprendidas por dicha generación, la cuestión más urgente consiste en justificar por qué quienes se consideran parte de esta pueden afirmar que se encuentran más preparados que otros grupos de edad. ¿Hemos disfrutado de unos niveles educativos superiores a los de otras generaciones? ¿En qué se basa esa superioridad, en caso de existir? Si examinamos los productos culturales con los que entramos en contacto de manera cotidiana, nuestro nivel de lecturas, nuestras inquietudes ideológicas, políticas e incluso filosóficas, resulta difícil emitir una conclusión definitiva.

En el caso de que el nivel de preparación se midiera a partir de las líneas del currículum vitae, y que las licenciaturas y los másters cursados supusieran un índice de formación que nos permitiera compararnos con los demás, cabría hacerse más preguntas: ¿estamos más cualificados por haber cursado esos estudios? ¿en qué medida las baratas tasas universitarias no han jugado a favor de entreternos durante unos años en una institución de cierto prestigio? ¿estamos seguros del valor añadido que podemos aportar a las empresas e instituciones en las que trabajemos en un futuro?

Este ejercicio de autocrítica es necesario. No solo constituimos un colectivo que soporta la maldición bíblica de la emigración laboral. Nos hemos formado en las instituciones que ahora ponemos en cuestión; hemos vivido en la misma sociedad de consumo que ahora no nos necesita; no hemos sido capaces de aportar soluciones políticas factibles y basadas en ideales más humanitarios que los que nos rigen... La generación más preparada, para serlo de verdad, debe aspirar a ser reflexiva y a observar en muchas de sus características principales la huella del sistema nacional y global del que ahora aborrecemos. De no ser así, seremos los más preparados para llorar y quejarnos, ahogados en el conveniente mito de que las circunstancias se organizaron en nuestra contra. De los otrora mimados y ahora expulsados del paraíso se espera mucho. Las fronteras españolas seguirán abiertas, si todo sigue así, durante bastante tiempo. Y en las dos direcciones. 

5 comentarios:

Juan Mariño dijo...

Certero.

Anónimo dijo...

Una de las mejores cosas que has escrito, IMHO

besos

Sandro

Edelmino Pagüero dijo...

Gracias a los dos. No sé qué son esas siglas !! ;) Un abrazo, majo!!!!

Anónimo dijo...

IMHO = In My Humble Opinion

Aunque entiendo que con tanto francés se te haya olvidado el inglés

Edelmino Pagüero dijo...

Jajajjaja, joder, no lo habría pillado en décadas...

Ojalá, Sandro, ojalá fuera por eso ;)