martes, 18 de marzo de 2014

Breve manual para opinar de CUALQUIER conflicto internacional

¿Hay un conflicto internacional y no tiene qué decir? ¿Sus compañeros de trabajo tienen ya una posición definida y no usted no se sabe aún la capital del país en guerra? ¿No puede identificar ideológicamente a ninguno de los dos bandos en conflicto?

Dado que ya no tiene tiempo ni para reflexionar, ni para leer, ni para comparar análisis que ya hayan sido realizados, lo mejor que puede hacer es seguir las siguientes instrucciones de emergencia:

 - Espere para saber qué dicen sus rivales (desde ahora, y durante ese rato, ya no son sus compañeros). Podrían haber leído este post y, en tal caso, usted se hallaría un tanto desprotegido.

- Digan lo que digan, espere su turno y, entretanto, mire a sus contertulios con un cierto aire de desprecio intelectual. Como si lo de follar lo hubiera inventado usted, vamos.

- Usted, y solo usted, desde la puta silla que ocupa, tiene las respuestas. No le hace falta nada más. Crimea, Nairobi, Damasco, ¿qué importa? La evidencia iluminadora está ahí y es suya. No tiene vuelta de hoja. Si sigue esta regla, nunca perderá una discusión.

- Los conflictos internacionales se producen por múltiples causas, pero si usted quiere ser popular debe tener en cuenta que el petróleo constituye la primera razón en casi cualquiera de las latitudes terrestres. "¡Es otra guerra por el maldito oro negro!" mientras da un puñetazo en la mesa (sin aplastar el cruasán de su compañero) puede ser una buena forma, a lo Kruschev, de comenzar su intervención.

- Pero solo con el petróleo no conseguirá la gloria. Si quiere que aquella chica que le acaba de mirar, extrañada, comience a pensar que quiere utilizarle sexualmente, deberá adoptar la opción por defecto: se trata también de los EEUU (o USA) y de su complejo militar-armamentístico. Si, para ello, tiene a mano las citas mejores del discurso de despedida de Eisenhower, esa noche no dormirá ni solo ni con dicho ex presidente.

- Claro que las armas y la energía no se bastan para armar todo ese cirio: la Unión Europea (o, incluso, la 'troika', muy de moda estos años) y, cómo no, los agentes de la CIA están detrás de cualquier atisbo de revuelta espontánea de la gente. Si el fin de semana se acerca y se siente un tanto salvaje, ¡meta a los agentes del Mossad! ¡Son muy agradecidos y encajan en cualquier conspiración! Además, se trata de una tradición que los seres humanos celebran desde hace muchos muchos siglos.

- En este momento, todo el mundo está esperando su siguiente frase. Ha conseguido captar la atención del público: habla muy bien y uno de los jefes, desde la barra de la cafetería, medita un posible ascenso. No la cague, ahora tiene la prueba más difícil: defender al dictador. Justificar a un tirano siempre es un reto.

- El mejor consejo es comparar una situación con otras: ¿cómo están en Irak sin Saddam? ¿Y en Libia sin Gadaffi? ¿Acaso no se construyeron carreteras con aquellos demócratas populares? Aquel que le mira incrédulo es un fascista y lleva un trono en la Semana Santa, recuérdeselo. La chica ya es suya. Solo falta una frase final, así, a la americana, para que quede grabada hasta la próxima discusión. "Ninguna guerra es legal, y menos si por el oro negro se derrama más sangre"; "con mi dinero no se van a cobrar más víctimas allí"; "pienso hacer todo lo posible por convencer a la gente de que lo que está ocurriendo es injusto".

Y lo demás no importa. En ese momento, lo que queda es la impresión que ha dejado en el resto de las personas. Ya tiene un modelo aplicable a cualquier situación, en cualquier momento. Mucha gente vive de esto. Y no se sienta mal: en la sociedad de la información, todo el mundo dice cosas; al haber tantas cosas todo vale, por lo que nada vale. Se trata de decir sus incoherencias con un alto grado de coherencia. Lleve la cabeza bien alta, como si tuviera "las ideas claras". Le va a ir muy bien en la vida, hombre.

1 comentario:

Unknown dijo...

Y para opinar sobre el sistema carcelario como se hace?