domingo, 4 de mayo de 2014

Diario de un analista confuso (1)

He decidido poner un "1" y no un "I". Porque a lo mejor escribo muchas entradas sobre este tema (que es un "no tema", como podrá comprobarse), y también porque tiendo a hacer lo contrario de lo que creo que hace todo el mundo. Un profesor me dijo una vez que era como Urano, un planeta del sistema solar que gira en dirección contraria al resto. No le hice mucho caso, está claro.

Ir a contracorriente es un poco coñazo. A veces llamas la atención, pero otras muchas es como cuando con la bici el viento te da de cara. Muy duro. Muy esforzado.

Empiezo este diario confuso y con un propósito personal: decir algo.

No es poco. Todo el mundo dice cosas. Tenemos infinitos canales para saber y oír las cosas que la gente dice. Y no paramos. Es como la crisis: hay muchísimo más dinero en el mundo que su equivalente en bienes y servicios. Pues hablando y escribiendo nos pasa igual: la proporción de chorradas, lugares comunes, repeticiones y frases irreflexivas es enormemente superior a la de los conocimientos que tenemos. Es como una burbuja. De gilipollez. Eso es. Ya puedo ir al Banco Mundial y ofrecer mis soluciones. Que de esta se sale. Que ya están los bares llenos de gente.

Pues eso. Nada peor que un analista confuso. Porque el que quiere ser honesto, debe estar confuso. Las ideas claras están muy bien vistas. Son las ideas del fulano que se inmola en los trenes, las del baboso que trepa en la oficina, las del chupóptero que espera ver tu debilidad, las de ese que se dedica a dar charlas proponiendo arreglarlo todo en dos patadas... La confusión, la duda... la incertidumbre como estado de ánimo debería valorarse más. La timidez no vende. Otra vez la crisis: la desfachatez está al alza, la gente echá-pa-lante tiene la prima de riesgo más baja. Cuanto más atrevida era la inversión, más dinero te prestaban. Y ahora, encima, te rescatan. Nos quedamos con los más golfos.

Esta es una tribuna en la clandestinidad. Porque no hay nada más clandestino que publicar algo y pretender que te lean. Publica, publica, y vivirás en el secreto. La ventaja de este blog-diario es la libertad de expresión. Que nunca será total, pues uno siempre quiere agradar, aunque sea a uno mismo. Pesimismo, provocación, irreverencia. El que quiera selfies, pensamiento positivo, abrazos y hostias de esas, que se meta en Yo Donna. Donde sea. Aquí, lo que yo diga. Qué menos.

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